El tiro instintivo

Publicado en Stockarmas.com, Texto: Alejandro Carrasco

Tiro instintivo es un término usado alegremente por muchos instructores para hacer referencia a una modalidad de tiro reactivo. Pero, ¿sabemos en realidad lo que es y que conlleva este tipo de tiro?

Indagando un poco sobre su etimología, la palabra “Instintivo”, según la RAE  significa: Que es obra, efecto o resultado del instinto, y no del juicio o de la reflexión. Si seguimos profundizando en el significado de la palabra instinto y volviendo a la RAE esta nos dice que se define como “conjunto de pautas de reacción que en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie”. También lo define como “móvil atribuido a un acto, sentimiento, etc. que obedece a una razón profunda, sin que se percate de ello quien lo realiza o siente”. Otro alcance que se le da a este término es por instinto, “por un impulso o propensión natural e indeliberada”.

Analizando las anteriores definiciones, nos encontramos ante una acción de lo más prehistórica, ancestral, primitiva, natural, involuntaria, reactiva, profunda y grabada a fuego en los genes de la humanidad a través de los tiempos y la evolución. Desde aquellos primeros proyectos de homínidos que deambularon sobre la faz de la tierra cuando formábamos parte del menú de otras especies, es algo tan sencillo y complicado a la vez como mantenerte vivo. Estamos hablando de la supervivencia, aunque ahora que ya no somos parte principal del menú.

No tenemos que olvidar que aunque nos definan como Homo sapiens y caminemos erguidos, a veces demasiado, no dejamos de ser animales. Como tales, cuando nuestra vida se ve amenazada, en este caso por otro congénere, nuestros cerebros consientes y racionales desaparecen, huyen de la refriega. El único que hace frente a esa sin razón, el que da la cara, es el cerebro reptiliano o primitivo. El más antiguo, el más tosco pero práctico, el que gobierna las necesidades más básicas del ser humano. Y sin duda la supervivencia es la más básica de las necesidades del ser humano.

El cerebro reptiliano es el que gobierna las necesidades más básicas del ser humano.

¿Solo con apelar a nuestro cerebro reptiliano estaremos salvados? Ni mucho menos, ahora hay que defenderse y hacerlo bien, pero…¿Cómo lo hago si aquellos primeros homínidos no disponían de armas de fuego? ¿Cómo lo hago si utilizar un instrumento de tal magnitud no forma parte de mi ADN? Solo nos queda intentar recurrir a nuestra arma de fuego como si de un palo se tratase. Por mucho instinto de supervivencia, por muy instintivo que sea el tiro, debemos saber emplear el palo y para ello trabajaremos una y otra vez hasta conseguirlo.

Solo con el trabajo continuo y repetitivo podemos asegurarnos una porción de éxito

Debemos grabar los movimientos en nuestro cerebro primitivo. Trabajar el desenfunde o extracción, el encare o dirección del arma y el disparo. Muchas veces solo podremos extraer el arma, dirigirla hacia nuestro contrincante y disparar desde una distancia tan extremadamente corta que nuestra arma este en contacto con nuestro cuerpo. Con el trabajo continuo y repetitivo solo así y de ese modo podemos asegurarnos una porción de éxito.

No forma parte del instinto humano, en una situación de vida o muerte, ser el más hábil desenfundando y disparando si antes no se ha trabajado hasta la saciedad. Tenemos que ser realistas, sinceros con nosotros mismos, conscientes de que no se va a obrar un milagro el puñetero día que tengamos que ser más instintivos que nuestro adversario. No solo se debe practicar, sino que debemos trabajar, convertir este trabajo en un hábito, una costumbre y una rutina. Tenemos que ser constantes en todos los ejercicios y todos los entrenamientos.

En resumidas cuentas si algún día nos encontramos en esta desgraciada tesitura, que nadie espere que le asista la inspiración divina en un lance de tal calado si no lo ha trabajado antes una y mil veces la reacción correcta. 

Y que dios nos asista si nos dejamos convencer por aquellos que venden ilusiones y humo. Aquellos que apuestan por engaños y falacias. Aquellos embaucadores que con sus bonitas palabras y reacciones cinematográficas, propagan la mentira.