7 pecados de los portadores de armas

Públicado por primeralineadedefensa.com

Si bien es cierto en Chile el porte de armas es rechazado por la DGMN y hoy se jactan de que no hay ningún permiso de porte para arma de defensa, el porte de armas es una realidad que la autoridad ha decidido transformar en delito. En este contexto y teniendo en cuenta que mas del 50% de las armas inscritas en Chile son de defensa, es que nos parece oportuno hablar un poco del tema.
-Nota del editor-

Todos empezamos desde cero. Salvo aquellos que en su familia hayan tenido la dicha de una educación adecuada en armas desde pequeños.  El ser un portador de armas responsable y eficiente es un proceso constante de aprendizaje donde  el crecer y mejorar como portadores debería ser siempre nuestro objetivo.  

De los errores se aprende, pero siendo que en esta temática en particular los errores pueden costar muy caros, el avanzar como portadores  y corregir errores básicos como los que tenemos en este artículo puede ser sinónimo de salvar nuestra vida. 

1) OLVIDAR QUE EL ARMA DE FUEGO ES PARTE DE UN SISTEMA INTEGRAL 

Muchas personas deciden ir a una armería y realizar el proceso de adquisición de un arma de fuego sin contemplar que esa arma es solo UNA parte del sistema que han elegido para su protección. Un arma de fuego requiere componentes adicionales para que su uso sea efectivo y seguro: una funda adecuada (puede leer sobre ese tema acá SOBRE FUNDAS), una faja adecuada y munición adecuada para el propósito que daremos a nuestra arma. Inclusive el tipo de ropa que usamos se convierte en parte de este sistema que tiene una relación e impacto directo con nuestra arma. 

Agregando a este error muchos portadores  ENFOCAN SUS NECESIDADES DE SEGURIDAD EN TORNO AL ARMA DE FUEGO. Se dice que si la única herramienta que posees es un martillo, vas a tratar de solucionar todo problema como si fuera un clavo. Si tu única herramienta defensiva es el arma de fuego, tu  resolución de conflictos puede escalar de forma innecesaria hacia el uso de esa arma. La realidad es que estadísticamente hablando, las probabilidades de escenarios que requieran el uso de un recurso letal son mucho menores que las de situaciones que puedan resolverse por otros medios  como un gas pimienta, evasión o inclusive el diálogo. Abastezca bien su caja de herramientas para disponer de medios para lidiar con un amplio espectro de situaciones que puedan presentarse en el día a día. 

2) MENOSPRECIAR LA IMPORTANCIA DE UN RECURSO MÉDICO 

Cuando adquirimos un arma de fuego partimos del hecho de ver una necesidad en materia de seguridad. Si entrenamos como deberíamos con esa arma lo haremos preparándonos para el peor día de nuestras vidas, el día en que corra peligro nuestra vida o la de un ser querido. Esto implica que visualizamos y nos preparamos para un enfrentamiento defensivo, pero muchas veces olvidamos que esto implica una probabilidad alta de resultar heridos de una u otra manera y la opción de esperar por una ambulancia no siempre estará ahí. Algo tan sencillo como el uso de un torniquete puede representar la diferencia entre el hospital y el cementerio. Yéndonos más allá del tema defensivo, una emergencia médica donde se requiera un control de sangrado puede darse en cualquier momento y en cualquier contexto: un paseo familiar, un entorno laboral, práctica de deportes, etc.  Si nuestra finalidad al adquirir un arma de fuego es la protección de la vida, con más razón debemos dar un lugar de suma importancia al recurso médico.

3) FALTA DE CONSISTENCIA 

La consistencia en nuestro sistema de porte se traduce a memoria muscular, la memoria muscular se traduce a lo que haremos en un evento defensivo cuando nuestro nivel de alteración sube y nuestro cuerpo empiece a pasar por todos esos cambios naturales que se dan en esas circunstancias (segregación de adrenalina, pérdida de motora gruesa, visión de túnel, afectación auditiva, etc). Es común ver portadores nuevos realizar cambios constantes en su sistema, un día portan al costado, otro día portan en appendix, otro día portan en un bolso. Un día colocan su arma en alguna parte del carro, otro día la dejan en la casa. Los cambios constantes en las costumbres de porte conllevan a hacer muchas cosas distintas con su arma, pero ninguna realmente bien. La falta de consistencia también se presenta en la manipulación de su arma y su manejo seguro, un día el arma queda sobre la mesa, otro día en una repisa, otro día en una gaveta… todos estos cambios implican un aumento en los factores de riesgo y un peligro para el portador y terceros.  

4) DESCONOCER LA LEGISLACIÓN DE SU PAÍS 

El poseer un arma de fuego conlleva una responsabilidad enorme, responsabilidad que viene sí o sí de la mano con implicaciones legales. Es común leer a portadores en redes realizando preguntas sobre información que ya deberían manejar por medio del conocimiento básico de la ley de armas y código penal de su país. No solo es importante conocer la legislación sino además debemos mantenernos al tanto de cambios en la misma (reformas, comunicados de organismos gubernamentales, etc) e involucrarnos activamente ante políticas prohibicionistas. El desconocimiento de la ley no nos exime nunca de responsabilidad. 

5) REHUSARSE A ACEPTAR CAMBIOS EN SU ESTILO DE VIDA

La tenencia de un arma de fuego es incompatible con aspectos de la vida que muchos podrían considerar ‘normales’.  Algunos cambios en nuestras costumbres pueden ser necesarios y obligatorios. El andar por la noche en fiestas donde medie el licor, el consumo de drogas, frecuentar lugares donde las actividades ilícitas son comunes o frecuentar con amistades o familiares que nos pueden meter en problemas son tan solo algunas cosas que muchos portadores de armas deben evaluar cambiar si no desean sumar dolores de cabeza innecesarios en su vida. La regla de oro a seguir: no hagas cosas estúpidas, no vayas a lugares estúpidos y no te relaciones con gente estúpida. 

6) MENOSPRECIAR LA IMPORTANCIA DEL TIRO SECO 

Algunos de los tiradores e instructores más experimentados mencionan la práctica de tiro seco como la clave principal de sus habilidades. Muchos portadores suelen erróneamente creer para practicar con su arma deben gastar mucha munición en un campo de tiro. El tiro seco nos ayuda a fomentar una memoria muscular esencial para la manipulación segura de nuestra arma, a la vez que desarrollamos destrezas claves:  control del disparador, presentación del arma/alineación de miras,  desenfundes, cambios de cargador y otras más. Este tipo de entrenamiento no solo es sumamente útil, pero aún más importante ¡ES GRATIS!

7) OBVIAR LA CAPACITACIÓN Y PRÁCTICA CONSTANTE

¿Conoce a alguien que compró un arma y nunca practica con ella? Lamentablemente es una costumbre bastante común. Muchas personas creen que la mera presencia de un arma en su casa o sobre su persona ya asegura una mejora en su nivel de seguridad. La realidad es todo lo contrario. Esa persona que nunca practica o se capacita representa un peligro para sí misma y para otros. Las destrezas con un arma de fuego son perecederas, y es nuestra responsabilidad asegurarnos de mantener un nivel de entrenamiento que nos permita desempeñar de la mejor manera posible en un enfrentamiento defensivo. En las palabras del gran Jeff Cooper:  ‘Tener un arma no te hace estar preparado para usarla así como tener una guitarra no te hace músico”. 

A esa lista de errores podríamos agregar muchos más que todos hemos cometido en algún momento en nuestro camino como portadores de armas. Lo más importante siempre será poseer la humildad de reconocer nuestras propias áreas de mejora y trabajar en ellas, buscando siempre mejorar como protectores. 




Armas de Puño, ¿Cúal elegir, en qué calibre y por qué?

Por Eduardo Julio para Revista Aire Libre

Cada vez con mayor asiduidad acuden para realizar nuestros cursos, aquellos que ante los crecientes casos de inseguridad ciudadana que se difunden a través de los medios de comunicación, piensan en un arma de fuego como herramienta útil en un caso extremo de defensa personal.

Tratamos de desalentar a este tipo de actitudes planteándole, a la persona que ha llegado a tal conclusión, que no resulta lo más conveniente, ni para él ni para sus seres queridos, fundamentar en la existencia de un arma de fuego en el hogar, la defensa de personas y bienes. Que existen barreras de seguridad anteriores, que podemos implementar, sin llegar a la necesidad del uso de un arma de fuego. Que nuestra obligación como ciudadanos, es exigir de parte del Estado la protección de nuestra integridad y la de nuestra familia e incluso de nuestros bienes.

Una de las claves de toda sociedad civilizada moderna es la convivencia con nuestros pares. Convivencia versus supervivencia, lo primero necesariamente involucra a una colectividad, lo segundo es un término que refiere a la lucha y defensa para mantenerse vivo. Una sociedad civilizada no debe pensar en sobrevivir sino en convivir. Y debemos hacer, todos los días, el esfuerzo para que ello se cristalice.

Pero también le expresamos que según lo plasmado en nuestro Código Procesal Penal, el derecho a la legitima defensa, es excepcional pero de plena vigencia, y se ejerce cuando las barreras de seguridad, a las que hacíamos referencia anteriormente, y los auxilios de la fuerza pública, fracasan y no pueden llegar a tiempo en ayuda del ciudadano agredido. A quien el Estado, que recordemos tiene el monopolio de la fuerza y la justicia en un sistema democrático, le reconoce ese derecho como propio y natural.

Si luego de analizar todos estos aspectos, la persona insiste en transformarse en legítimo usuario para ejercer su derecho a la legítima defensa, le recalcamos que esta decisión conlleva una serie de responsabilidades y obligaciones que resultan ineludibles si se quiere ejercerlo en plenitud.

A lo que nosotros nos atañe sugerirle la necesidad, no solo de capacitarse sino, además, de estar en un permanente y continuo entrenamiento en el uso de las armas de fuego. No puede descansar pensando que éste será el último recurso, y contentarse con ir al polígono una vez por semana a disparar en una pedana, sin posibilidad de movimiento más allá de sus límites. Apuntando a un papel que nunca se mueve y al que no tiene más que centrarlo, entre el alza y guión, sin más presión que la potencial “cargada” de los compañeros ocasionales ante un yerro.

Amigos, el que decide confiar en un arma para su defensa, debe considerarla como una parte más de su humanidad y adquirir los reflejos condicionados suficientes en base al entrenamiento y actualización permanente.

Debemos tener en claro, antes de elegir un sistema de armas, que alcance y efectividad puede tener a la hora de pretender neutralizar una agresión ilegítima.

No existe la energía suficiente almacenada por un proyectil en vuelo, de los calibres que nos ocupan, capas de asegurar la incapacitación inmediata de un ser vivo, por la sola transferencia total en el impacto.

El secreto no es el nivel de energía únicamente, lo fundamental es en que lugar y como se transfiere en el blanco.

Por nuestra actividad en capacitación, habitualmente realizamos un ensayo con un maniquí de aproximadamente 70 kg de peso colgado de un pórtico sin apoyo ni contacto con el suelo. Es muy interesante observar la cara de nuestros cursantes cuando, recibiendo impactos certeros de todo tipo de calibres para arma corta y larga, incluyendo un Brenneke en calibre 12/76, el objeto inanimado apenas alcanza una pequeña oscilación, a pesar de absorber la totalidad de la energía (el proyectil se detiene en el blanco).

Un caso conocido y estudiado en las academias de policía en los EE UU es el del cabo  Mark Coates, de Carolina del Sur, ex integrante de los Marine y cinco años de trayectoria en la Patrulla de Caminos. Coates en un enfrentamiento, a pesar de efectuar cuatro disparos e impactar en el torso de un atacante, con su revólver Smith & Wesson .357 Magnum de 4 pulgadas de cañón, usando cartuchos Winchester Silvertip de 145 grains (punta hueca), no logro impedir que el criminal le devolviera el fuego con tres disparos de su mini revólver North American Arms en calibre .22 LR.

Su atacante, un adulto obeso que pesaba casi 150 kg., absorbió los impactos y continuó inmediatamente con los disparos. Ninguno de los proyectiles que ingresaron en el torso del delincuente rompió tejido cardiovascular. Sobrevivió al incidente y fue condenado a cadena perpetua. Coates fue herido mortalmente cuando uno de los pequeños proyectiles de 41,4 grains (2,68 gramos) atravesó su brazo derecho y penetró en su pecho, por la abertura en zona de axila del chaleco antibalas, seccionando una arteria principal e ingresando al corazón.

Revolvercalibre .22

El .357 Magnum es considerado, por muchos, como el mejor calibre para detener a un ser humano, una verdadera maravilla para detenciones con un solo disparo. Y la versión empleada por Coates “tiene un factor de stopping-power del 86%”, de acuerdo con las pruebas de Marshall y Sanow. Pero esa noche falló en cuatro oportunidades. El asaltante absorbió fácilmente los cuatro proyectiles en su cuerpo, cada uno con una energía cinética de 450 pie/libras (610 joule).

Calibre .357 Mag

Este incidente ejemplifica el mito de la transferencia de energía. Además, no hace más que ratificar un concepto fundamental de tener en claro a la hora de evaluar la efectividad de un disparo con un arma de fuego:

Es más importante el lugar del impacto que cualquier otra variable.

Lamentablemente, en la mayoría de los casos no se encuentra a nuestro alcance asegurar el impacto en el lugar adecuado y en el momento justo. Más aún si no entrenamos de manera sistemática y permanente.

Luego, debemos analizar cómo influyen, en la balística interior, cada una de estas variables las cuales terminarán generando cambios en la situación misma del disparo y sus resultados en el blanco. Al concepto de energía también debemos agregar el de cantidad de movimiento (producto de la masa del proyectil por la velocidad inicial). La gran masa aumenta la energía en forma lineal y también la cantidad de movimiento, la cual produce un elevado retroceso. La misma velocidad y masa no producen los mismos resultados si cambiamos el diseño de la punta hueca.

Por mayor que sea la velocidad, ella nunca puede convertir a los proyectiles livianos, en adecuados para la defensa. Estos proyectiles a velocidad elevada son espectaculares en los test de tejido simulado (gelatina balística al 10 %); pero se muestran inseguros cuando se pretende adecuarlos a todas las posibilidades.

Munición calibre .22

Cuando la distancia aumenta, el carácter explosivo de la expansión se reduce y pesan más la masa del proyectil y su energía remanente. La velocidad, en consecuencia, no lo es todo. Es preferible un calibre (diámetro) en exceso, que en defecto.

“Con atención médica disponible, un análisis clínico de heridas abdominales muestra una mortandad del orden del 12 % para heridas originadas por armas cortas (500 Joule).” Informe de la Cruz Roja Internacional.

Conclusión

Luego de tener en cuenta las evidencias objetivas planteadas, si tengo que elegir un arma corta para defensa, tendré que inclinarme por aquella con la cual, bajo condiciones de estrés, lo más parecidas a las reales, cuente con la mayor probabilidad de colocar el impacto donde me propongo. Que sea el de mayor calibre -diámetro- posible, sin resignar por ello el control en todo momento del sistema arma-cartucho (por el relevamiento o “patada”), para prepararme para un segundo disparo de ser necesario.

También hay que tener en cuenta la relación costo-beneficio, ya que debo priorizar, como dijimos anteriormente, la viabilidad de poder entrenar permanentemente en el uso del arma, acostumbrarme a sus reacciones y lograr los reflejos condicionados necesarios para dedicar toda mi atención e intelecto, y tomar la opción correcta a la hora de decidir si debo o no presionar la cola del disparador.

Y finalizo éste artículo recomendando, como lo hago con cada uno de nuestros alumnos, el calibre 9 x 19 mm y la pistola Browning que fabrica FM.

Recordando y teniendo presente las sabias palabras del creador del Tiro Práctico y el más influyente Instructor en el uso de las armas cortas, cuando decía:

“La doble acción es una solución inteligente para un problema inexistente.

El medio más importante de sobrevivir a un enfrentamiento letal,  no es ni el arma ni las artes marciales. La herramienta principal es la actitud de combate.”

Jeff  Cooper (John Dean Cooper)




El “grip” del arma

Publicado en Stockarmas.com

El “grip” del arma. Uno de los pilares básicos a la hora de disparar un arma de fuego es la adecuada sujeción de la misma. El agarre debe ser realizado con firmeza, esto es fundamental para poder realizar un buen disparo o una serie de disparos con una cadencia rápida.

De la misma manera, para efectuar un disparo de calidad es imprescindible un correcto empuñamiento, evitando errores frecuentes en lateralidad, y así como efectuar un buen control del disparador para evitar lo que conocemos comúnmente como gatillazos. Por todo ello, en el texto de hoy vamos a comentar y dar unas recomendaciones sobre el “grip” del arma.

Actualmente, muchas armas tienen la opción de intercambiar cachas y lomos en la empuñadura para adaptarlo a la mano del tirador. Tienen, en toda o en parte de su superficie,  pequeños gránulos dispersos o bien ranuras longitudinales verticales u horizontales, obteniendo un grip mejorado, pero aun así consideramos que éste se puede perfeccionar de una manera sencilla, rápida y económica.

Bien por culpa de la climatología, el frio que nos insensibiliza las manos, la lluvia que puede hacernos resbalar el arma, bien por circunstancias particulares como sudor, sangre, etc. o por el propio desgaste del material con el que está fabricada el arma, podemos acabar teniendo problemas a la hora de realizar un correcto empuñamiento.

En el mercado hay diferentes utensilios para mejorar el “grip” de la pistola, pero nosotros vamos a hablar de uno que está más que probado, nos gusta y es muy económico: La lija adhesiva.

Puedes encontrarla en cualquier ferretería y se usa habitualmente en los escalones y peldaños de las escaleras evitando que nos resbalemos. La lija nos permitirá tener un mejor agarre, y la disposición de la misma responderá a los patrones de la superficie de la palma de la mano y las falanges.

También influye en el tacto, pudiendo colocarla alrededor de la empuñadura para tener sensaciones a la hora de coger el arma.

Como vemos, en la imagen superior y en las dos de mas abajo, la lija coincidirá con el arco formado por los dedos pulgar e índice. El motivo de colocarlo tan arriba es porque un correcto empuñamiento debe de ser lo más alto posible, independientemente si disparamos a una o a dos manos.

En la parte superior también se puede fijar la lija, lo cual nos ayudara al realizar un “Press Check” para comprobar cognitivamente si el arma está alimentada, o bien montar la corredera sobre cualquier superficie o la ropa en caso de emergencia para alimentar o resolver una interrupción.

Dentro de las miles de configuraciones posibles, otra opción es fijar en los laterales de la corredera para arrastrarla con firmeza a la hora de alimentar el  arma o resolver una interrupción, pero en este caso tendremos que tener en cuenta que, dependiendo del tipo de funda que se porte, las cuales suelen ir bastante ajustadas, no dejaran guardar el arma fácilmente, cosa subsanable limando aquella parte de la funda que roce.

Recomendamos la renovación de la lija cuando observemos que va perdiendo el granulado y por tanto su agarre.

Otra recomendación es que si tenéis una pistola de entrenamiento tipo redgun o bluegun, o una réplica de tu arma en airsoft, realicéis la misma configuración con la lija en ella con el fin de practicar y tener las mismas sensaciones que con el arma real.

Como conclusión, mediante estos sencillos pasos, podemos adaptar el arma a los patrones de nuestra mano, consiguiendo así mejorar el empuñe y sujetar el arma firmemente.




Mejorando La Posición Tendido

Publicado por Revista-AireLibre.com, Por NRA Staff – Traducción y edición Carlos Nesci

Dominar la posición tendido con rifle, no tiene por qué resultar difícil. Aquí les damos 5 tips para mejorar su rendimiento. Esto es válido tanto para quienes se inician como para quienes ya comienzan a participar en torneos sociales. Lo conveniente es ir probando con estos consejos de uno a la vez.

Revisión de la Posición

El primer paso para mejorar es comparar la actual la posición con la ideal, para asegurarnos que sea la correcta. Es importante que alguien nos vea y por qué no – ahora que todo el mundo anda con su smartphone – fotografiarnos y grabarnos, para comparar así la posición adoptada con la que aquí describimos.

Los principales aspectos se enumeran a continuación, las instrucciones son para tiradores diestros, los zurdos -como bien lo saben- deben utilizar la lateralidad opuesta:

  1. Ubicación del brazo izquierdo.
  2. La mano izquierda y el pie izquierdo, deben estar en línea recta.
  3. Posición del pie.
  4. Posición de la cabeza.

El punto natural a apuntar

La perfecta alineación es un requisito indispensable en la posición tendido. Incluso aún en el caso de tener una buena alineación porque, si nos dedicamos cuidadosamente a perfeccionarla, los resultados mejorarán ostensiblemente. En cada posición donde se use una correa de sujeción, se producirá un punto natural a apuntar que debe estar perfectamente alineado con el blanco. Una vez adquirida la posición si fuese necesario apuntar a otro blanco -como en el caso de los blancos múltiples- no debemos hacer movimientos parciales, sino rotar todo el cuerpo en la dirección deseada para no perder la alineación.

Presión en la culata: debe ser pareja y constante, las correcciones de elevación sobre el eje vertical se hacen con los pies, empujando el cuerpo hacia adelante para bajar el punto natural a apuntar y hacia atrás para subirlo. El codo izquierdo no debe moverse. Los movimientos laterales deben hacerse pivotando – el cuerpo y el fusil – sobre el codo izquierdo.

Relajar el brazo izquierdo

Los puntajes alcanzados en la posición tendido, pueden mejorarse significativamente prestándole mucha atención al brazo izquierdo y asegurándose que el mismo está totalmente relajado. Si es necesario, se debe ajustar la correa del rifle para que la misma lo sostenga, sin ayuda de los músculos del brazo izquierdo. El guardamanos del rifle debe reposar sobre la palma de la mano con sus dedos separados y relajados.

La presión que le aplicamos a la culata con nuestro hombro y con la mano que dispara, tendrá un impacto directo en el retroceso del rifle, ya que el proyectil todavía no habrá abandonado el cañón del arma. Si variamos la presión, el retroceso cambiará y el proyectil impactará en otra zona del blanco. Por eso es necesario ser absolutamente consistentes con la posición de nuestro cuerpo y las presiones que el mismo ejerce sobre el arma. La presión aplicada debe ser moderada, confortable y fundamentalmente, invariable.

Apuntar más cuidadosamente

Un buen disparo en la posición tendido, requiere de un alto grado de precisión en todos los aspectos de su ejecución, particularmente en el registro de la puntería. Antes de presionar el gatillo la imagen ideal, conformada por miras y blanco debe ser lo más perfecta posible. Si tenemos dudas, si la imagen no es la que esperamos, debemos exhalar y recomenzar el ciclo de puntería.

Ajuste preciso de las miras

Para obtener el mejor puntaje posible, los grupos de impacto deben estar correctamente centrados. Esto no es muy sencillo cuando se dispara a múltiples blancos. Para ello hay que decidir si el centro de los grupos estará en el centro del blanco y hacer ligeros ajustes en el sistema de puntería. Los tiradores expertos tratan de asegurarse que sus tiros vayan exactamente a donde los cantan. Si vi un 10 a la derecha en el momento del disparo el impacto se debe producir allí y si no debe hacerse una micro corrección para que coincidan. Un blanco de 10 targets requiere varios pequeños ajustes.

La recarga de un rifle calibre .22LR puede hacerse sin abandonar el apoyo de la culata en el hombro. Esto no sólo permite completar la acción más rápidamente, sino también mantener la posición durante una serie completa de disparos. Se hace abriendo el cerrojo con la mano derecha, una vez completado el ciclo y apretado el cerrojo. El codo y la mano derecha deben volver a la posición original. El movimiento debe ser coreográficamente mecanizado para que la memoria muscular vuelva a ejercer el mismo nivel de presión en el siguiente disparo.

La posición del cuerpo: cambiar la posición del cuerpo, inclinándolo algo más sobre el lado izquierdo o ejerciendo mayor presión con el hombro sobre la culata pueden a veces mejorar la performance. Se sugiere hacerlo doblando la rodilla derecha y moviéndola en dirección ascendente.

Hay que asegurarse que estas modificaciones nos brinden una posición más estable, antes de adoptarlas definitivamente.

Si bien los tips aquí mencionados fueron suministrados para esta posición, resultan también buenas sugerencias para aplicar a las otras posiciones de tiro, porque en definitiva se trata de trabajar sobre la estabilidad y el confort con el fin de alcanzar la consistencia.




El tiro instintivo

Publicado en Stockarmas.com, Texto: Alejandro Carrasco

Tiro instintivo es un término usado alegremente por muchos instructores para hacer referencia a una modalidad de tiro reactivo. Pero, ¿sabemos en realidad lo que es y que conlleva este tipo de tiro?

Indagando un poco sobre su etimología, la palabra “Instintivo”, según la RAE  significa: Que es obra, efecto o resultado del instinto, y no del juicio o de la reflexión. Si seguimos profundizando en el significado de la palabra instinto y volviendo a la RAE esta nos dice que se define como “conjunto de pautas de reacción que en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie”. También lo define como “móvil atribuido a un acto, sentimiento, etc. que obedece a una razón profunda, sin que se percate de ello quien lo realiza o siente”. Otro alcance que se le da a este término es por instinto, “por un impulso o propensión natural e indeliberada”.

Analizando las anteriores definiciones, nos encontramos ante una acción de lo más prehistórica, ancestral, primitiva, natural, involuntaria, reactiva, profunda y grabada a fuego en los genes de la humanidad a través de los tiempos y la evolución. Desde aquellos primeros proyectos de homínidos que deambularon sobre la faz de la tierra cuando formábamos parte del menú de otras especies, es algo tan sencillo y complicado a la vez como mantenerte vivo. Estamos hablando de la supervivencia, aunque ahora que ya no somos parte principal del menú.

No tenemos que olvidar que aunque nos definan como Homo sapiens y caminemos erguidos, a veces demasiado, no dejamos de ser animales. Como tales, cuando nuestra vida se ve amenazada, en este caso por otro congénere, nuestros cerebros consientes y racionales desaparecen, huyen de la refriega. El único que hace frente a esa sin razón, el que da la cara, es el cerebro reptiliano o primitivo. El más antiguo, el más tosco pero práctico, el que gobierna las necesidades más básicas del ser humano. Y sin duda la supervivencia es la más básica de las necesidades del ser humano.

El cerebro reptiliano es el que gobierna las necesidades más básicas del ser humano.

¿Solo con apelar a nuestro cerebro reptiliano estaremos salvados? Ni mucho menos, ahora hay que defenderse y hacerlo bien, pero…¿Cómo lo hago si aquellos primeros homínidos no disponían de armas de fuego? ¿Cómo lo hago si utilizar un instrumento de tal magnitud no forma parte de mi ADN? Solo nos queda intentar recurrir a nuestra arma de fuego como si de un palo se tratase. Por mucho instinto de supervivencia, por muy instintivo que sea el tiro, debemos saber emplear el palo y para ello trabajaremos una y otra vez hasta conseguirlo.

Solo con el trabajo continuo y repetitivo podemos asegurarnos una porción de éxito

Debemos grabar los movimientos en nuestro cerebro primitivo. Trabajar el desenfunde o extracción, el encare o dirección del arma y el disparo. Muchas veces solo podremos extraer el arma, dirigirla hacia nuestro contrincante y disparar desde una distancia tan extremadamente corta que nuestra arma este en contacto con nuestro cuerpo. Con el trabajo continuo y repetitivo solo así y de ese modo podemos asegurarnos una porción de éxito.

No forma parte del instinto humano, en una situación de vida o muerte, ser el más hábil desenfundando y disparando si antes no se ha trabajado hasta la saciedad. Tenemos que ser realistas, sinceros con nosotros mismos, conscientes de que no se va a obrar un milagro el puñetero día que tengamos que ser más instintivos que nuestro adversario. No solo se debe practicar, sino que debemos trabajar, convertir este trabajo en un hábito, una costumbre y una rutina. Tenemos que ser constantes en todos los ejercicios y todos los entrenamientos.

En resumidas cuentas si algún día nos encontramos en esta desgraciada tesitura, que nadie espere que le asista la inspiración divina en un lance de tal calado si no lo ha trabajado antes una y mil veces la reacción correcta. 

Y que dios nos asista si nos dejamos convencer por aquellos que venden ilusiones y humo. Aquellos que apuestan por engaños y falacias. Aquellos embaucadores que con sus bonitas palabras y reacciones cinematográficas, propagan la mentira.




Técnica del “paso atrás” en enfrentamientos a muy corta distancia.

Publicado en Stockarmas.com, Traducción y adaptación: Oscar Enrique Vanzetti

Cualquiera que se adentre en la defensa personal con armas de fuego en el medio urbano sabe que la distancia entre agredido y agresor es muy diferente a la distancia que habitualmente se utiliza para entrenar en un polígono de tiro.

Los enfrentamientos personales ocurren a muy corta distancia y suceden también muy rápidamente. La gran mayoría de estos enfrentamientos tienen lugar a menos de 6 metros y más de la mitad de las veces ocurren dentro de los 1,5 metros, incluso muchos de ellos se llevan a cabo a la distancia de estrechar la mano, es decir, lo suficientemente cerca como para percibir el mal aliento del adversario. Las razones de que ocurra esto pueden hallarse en el estudio de la compleja interacción social que cada día tiene lugar entre el delincuente y sus víctimas, a quienes trata de sorprender utilizando alguna argucia, como por ejemplo, hablar sonriendo amablemente como para preguntar una dirección mientras se aproxima rápido y decididamente con la idea de consumar el delito.

Como dice el instructor de tiro Chuck Taylor “los enfrentamientos armados son eventos de muy alta intensidad y corta duración”.

Estos criminales saben que, de los especímenes civilizados del Homo Sapiens, la mayoría están autoprogramados para ser simpáticos y amables, y si bien algunos pueden sospechar de una agresión, no tienen desarrollado la suficiente “actitud de combate” como para retirarse corriendo cuando ven acercarse al sospechoso y menos aun podrían sacar un arma y ordenarle que retroceda si este muestra una clara y evidente intención de llevar a cabo una acción criminal.

violencia con armas de fuego

Cuando el malhechor está tan cerca como para saludarnos con un apretón de manos, puede entonces amenazarnos verbalmente, agarrar a la víctima de sus ropas o de alguna parte del cuerpo, blandir un afilado destornillador, un cuchillo o encañonarnos con un arma de fuego que puede estar en su cintura o bien portarla decididamente en la mano.

En combates a distancias tan cercanas como las descriptas, cualquier oponente, hasta un ciego, podría tener éxito incluso con una vieja y oxidada pistola del calibre .25 ACP. Sobre estos puntos no hay discusión, estar a la distancia antes mencionada es un mal negocio para quien está siendo atacado. Incluso a una distancia tan cercana, casi en contacto con el delincuente, si el agredido tuviese ya un arma de fuego en sus manos, el delincuente podría fácilmente arrebatársela o bien darle un manotazo impidiéndole hacer uso de la misma.

¿Cuál es la solución?

La solución no es ninguna otra que crear distancia con el agresor, tanta distancia y tan rápido como se pueda. Esto permitirá conseguir espacio y, por consiguiente, tiempo para responder sin tener contacto físico con el adversario.

Si bien hay muchos métodos para “crear distancia”, la más eficiente puede ser alguna de las variantes de la “técnica del paso atrás” desarrollada por Chuck Taylor, muy útil para confrontaciones a muy corta distancia.

Técnica un paso atrás defensa armas de fuego

Para desarrollar esta técnica, se comienza en el campo de tiro enfrentando el blanco a una distancia de un metro de modo pueda tocarlo con las palmas de ambas manos. Los pies deben permanecer separados en una misma línea. Recuerde que usted todavía no espera ser agredido. A la señal, que en la vida real sería cuando comienza la evidencia de la amenaza, comenzará rápidamente a mover hacia atrás su cuerpo junto con la pierna y pie del lado dominante mientras empuña el arma que está aun en su funda. Para permitir el libre movimiento de la pierna hacia atrás el peso del cuerpo debe descansar sobre el pie opuesto, estando la pierna correspondiente algo flexionada y la parte superior del cuerpo en ligera inclinación hacia adelante.

El paso atrás tiene que ser largo (“big step”, en inglés), y mientras lo realiza debe comenzar a extraer el arma. El pie no arrastrará sobre el suelo al moverse hacia atrás, lo que evita problemas si usted está sobre un terreno irregular o en malas condiciones.

Después de dar el paso largo hacia atrás, supongamos con el pie derecho, en fracción de segundos se debe realizar un corto paso hacia atrás (“short step”) con el pie izquierdo, recuperando la postura de tiro, empuñando el arma con ambas manos, alineándola hacia el pecho del atacante y haciendo dos disparos dirigidos (“doble tap”), sin esperar a tomar puntería.

Después de los dos disparos comenzamos a bajar el arma, mientras con la vista se controla si el atacante se detuvo inmovilizado, o si continúa avanzando hacia nosotros. En caso de que ocurra lo segundo, comience nuevamente con el conjunto de movimientos ya vistos: un paso largo y luego uno corto, pero ahora no serán rectos hacia atrás sino hacia un costado, lo que nos permitirá salir de la línea de fuego del atacante y aumentar la distancia con él minimizando así la posibilidad de entrar en contacto físico y si es necesario realice un nuevo disparo a la cabeza.

Según su creador, esta técnica funciona y funciona bien, pero depende de la constancia e intensidad con que se la practique. Se deberá comenzar en el campo de tiro con el arma descargada y disparando “en seco”. Al principio los movimientos deberán ser lentos practicando cada uno de ellos de manera clara y precisa para memorizarlos e interiorizarlos. Chuck Taylor afirma que “sólo la práctica permite una ejecución perfecta y con garantías”.

Los movimientos deben ser realizados cientos de veces tratando de mejorar poco a poco la técnica y la velocidad del desenfunde. El entrenamiento durará hasta pensar que se está listo para actuar con éxito en una situación real donde su vida esté en juego.

Chuck Taylor después de practicar hasta la saciedad llegó a ejecutar todo el procedimiento en apenas un segundo, a pesar de eso, considera que los 2,2 segundos serían buen nivel de velocidad siempre que dentro de ese tiempo se complete la técnica del paso atrás y se realicen los dos disparos.

Notas:

Es una realidad que a distancias tan cercanas como las antes mencionadas, un delincuente armado incluso con un puñal se transforma en un agresor verdaderamente peligroso. En lo que a mi respecta puedo decir que he practicado esta técnica en varias ocasiones en el campo de tiro. Es muy sencilla e intuitiva, para entenderla no hacen falta fotografías que ilustren las distintas posiciones indicadas, no obstante os dejo un video donde se muestra una variante en la que se intenta además provocar una distracción al agresor dándole un golpe en la cara o el cuello con la intención de que no nos agarre. A diferencia de lo explicado en este texto, el instructor del video acerroja un tercer tiro en la cara del agresor.

Como vais a ver, en la segunda parte del video se muestra cómo afrontar una situación en la que el agresor nos tiene agarrados y en la cual difícilmente podremos separarnos para ganar distancia. Esta es la peor de las situaciones y siempre deberemos evitarla gracias una actitud de combate adecuada. Estaríamos hablando aquí de “extrema corta distancia” o distancia de contacto.

He practicado esta técnica con diferentes tipos de armas y calibres y evidentemente siempre será más fácil repetir los disparos con un arma de bajo calibre. Creo que aquí radica una de las bases del éxito o fracaso del procedimiento ya que la pregunta que uno se hace es… ¿que calibre debo usar? Yo propongo el uso del mayor calibre que sea posible utilizar con habilidad por parte del agredido, y ese calibre en mi opinión no es otro que el .45 ACP con la punta adecuada. La elección del 45 en mi opinión aumentará las posibilidades de que se produzca la “incapacitación inmediata” pero no supone “per se” la muerte del agresor.

El factor ubicación del proyectil, como en cualquier tiroteo donde se quiere defender la propia vida, tiene una importancia decisiva pero un aspecto que nunca no se debe olvidar es la rapidez y facilidad para extraer el arma. Para ello debemos analizar la funda, que debe ser específica para nuestra arma, nos fijaremos en la inclinación de la misma, la altura a la que quedará y el lugar donde se ubique el arma enfundada. Todo esto puede salvarnos la vida, aquí cada segundo cuenta. Como ya se ha dicho en esta nota, otra cuestión que sin ninguna duda aumentará nuestras posibilidades de éxito, es la perseverancia en la práctica. ¡Entrena siempre como has de combatir!

Creo que no es mala idea practicar la mencionada técnica, rogando a Dios que nunca se tenga que utilizar, pero me gustaría destacar que aconsejo buscar un buen instructor de tiro, que sepa “manejar” y guiar el aspecto psicológico del tirador y también aconsejar de manera adecuada sobre los aspectos legales de la legítima defensa con arma de fuego.




La distancia, la clave para sobrevivir a un enfrentamiento armado

Publicado en Stockarmas.com, texto y fotos: Francisco Pedro Herrero García.

En la mayoría de las modalidades de tiro deportivo, la dificultad para obtener buenos resultados viene determinada por la distancia. De ahí que a medida que ésta aumenta, el tirador más experto y entrenado obtenga mejores resultados que el tirador menos experimentado. El arma y la munición empleadas también influyen y son piezas clave para superar el reto deportivo, pero si se conjugan adecuadamente estos elementos, los resultados positivos vendrán por añadidura.

A mayor proximidad al potencial peligro, menor es el coeficiente de supervivencia

Por contra, en el tiro de defensa a cortas distancias, el arma, la munición o la pericia como tirador, no tienen tanto peso específico como para inclinar la balanza a nuestro favor, hasta el punto que, con independencia de los factores referidos, se puede afirmar lo siguiente: “A mayor proximidad al potencial peligro, menor es el coeficiente de supervivencia”.

Entre los factores que determinan el resultado de un enfrentamiento a corta distancia destacan:

  • La disminución del tiempo de reacción para la víctima.
  • La limitación de las posibilidades para utilizar una cobertura.
  • El aumento de las probabilidades de resultar muerto con el primer o el segundo disparo del agresor o, de al menos, ser herido más de una vez. Este riesgo persiste, a veces incluso, aunque el agresor se encuentre a su vez, mortalmente herido.
  • Se minimiza la ventaja de ser un buen tirador, por contra, un agresor decidido puede ser igual de eficaz , aunque carezca de entrenamiento con armas de fuego.
  • La calidad del arma y de la munición empleada, no suelen ser determinantes para decidir el enfrentamiento.
  • Se multiplican las posibilidades de ser agredido o desarmado con técnicas de artes marciales.
  • Instrumentos de uso corriente (llaves, bolígrafos, etc.) pueden convertirse en armas peligrosas en manos del agresor, sin contar con las armas que puea portar disimuladas.
  • Los objetos contundentes como porras, bastones, etc. y las armas blancas a distancias reducidas son tan letales como un arma de fuego.

En resumen, que si usted se encuentra a menos de tres metros de alguien que está decido a eliminarle y no ha detectado signos de amenaza previos al inicio de la agresión, usted tiene perdido el combate de antemano.

Distancia defensa armas de fuego

¿Forma parte de su entrenamiento resolver hechos similares?

¿Conoce las técnicas más apropiadas? ¿Ha puesto a prueba su capacidad de reacción ante un evento similar o al menos ha reflexionado sobre ello? Si no lo ha hecho, ahora es el momento de planteárselo.

Aunque depende de la motivación y de la condición física del asaltante, considere que por debajo de los seis metros, un agresor desde una posición estática puede abalanzarse y entrar en el cuerpo a cuerpo con usted, entre 1 y 2,5 segundos. Si el agredido no ha percibido esta posibilidad con antelación, la contestación armada, no será factible.

Si como suele ocurrir, el agresor a la vez que dispara, avanza hacia nosotros para asegurar el resultado, las posibilidades de sobrevivir se reducen drásticamente.

Ahondando en esta cuestión y sin entrar a considerar el tiempo de percepción del ataque, o las actitudes de pánico y bloqueo mental que pueden producirse en la víctima, se deduce que, en general, la acción de extraer el arma de una funda con broche, no estará nunca por debajo de ese tiempo. En el mejor de los casos, para cuando hayamos extraído el arma, un asaltante con un arma de fuego podría haber efectuado un par de disparos sobre nosotros en ese mismo tiempo.

Si como suele ocurrir, el agresor a la vez que dispara, avanza hacia nosotros para asegurar el resultado, las posibilidades de sobrevivir se reducen drásticamente. En el caso de que la agresión se produjera con un arma blanca o contundente, en el tiempo estimado de 1 a 2,5 segundos, nos encontraríamos tratando de bloquear o esquivar con el brazo libre, el primer ataque.

Para los supuestos en que el arma vaya oculta, sin cartucho en recámara o con un seguro de difícil acceso, habrá que añadir al menos 1 segundo más, al tiempo de respuesta. En resumen la víctima habrá sido tiroteada, apuñalada o golpeada antes de que ni siquiera sepa lo que está ocurriendo.

En circunstancias de esta naturaleza existen ciertas premisas tácticas que pueden proveernos de un tiempo extra.

La primera, como ha quedado expuesto es mantener la distancia. Por encima de los seis metros es una buena distancia de seguridad. Permite hablar, dar órdenes hacer preguntas, identificarse etc., sin que por ello disminuya nuestra capacidad de respuesta. Si la persona que tenemos delante trata de acortar distancias, dígale que se detenga. Si no obedece y se dirige hacia usted, retroceda, interponga objetos entre ambos y prepare los recursos defensivos de los que disponga o improvise si no tiene otra cosa un objeto para defenderse.

Cuando se trata de actuaciones policiales esta distancia de seguridad es igualmente válida. En realidad, ante una persona sospechosa de ir armada, cualquier actuación policial, debería iniciarse siempre partiendo desde esa distancia. Por debajo de esta separación, la actitud debe ser siempre la de preparado para responder. Lo que implica, al menos, el empuñamiento del arma en la funda, o su extracción. Esta actitud le está dando desde el principio una ligera ventaja. Pero si percibe la situación como peligrosa automáticamente debe aumentar la distancia, sin dar nunca la espalda, e incluso parapetarse.

La distancia, la clave para sobrevivir a un enfrentamiento armado

La segunda, evitar la sorpresa, considerando de antemano la posibilidad de un ataque. En este sentido algunos particulares están mejor preparados que los policías. Para un ciudadano corriente puede resultar más fácil ponerse en alerta (condición naranja) ante una persona de aspecto sospechoso, o que está cometiendo un delito. En cambio para un policía acostumbrado a intervenir en reyertas, a realizar comprobaciones de identidad, detenciones, cacheos etc., esta situación puede resultarle rutinaria.

La distancia, la clave para sobrevivir a un enfrentamiento armado

Manténgase pues alerta, analizando los movimientos y la actitud de la persona que tiene enfrente. Observe a su interlocutor con una visión de conjunto. No espere descubrir en su mirada las intenciones. Fíjese en sus manos. ¿Puede verlas? ¿Qué tiene en ellas? No las pierda de vista porque es ahí donde está el peligro. No se fíe tampoco de la aparente actitud relajada o ausente que presente el sospechoso. En ocasiones es el preludio del ataque.

La distancia, la clave para sobrevivir a un enfrentamiento armado

Si usted va armado ponga su mano encima del arma y libere el clip de retención de la funda. Este gesto constituye un aviso de su estado de alerta que el posible agresor percibirá inmediatamente. Y en la mayoría de las ocasiones será suficiente para hacerle desistir de sus intenciones. Salvo que se trate de un perturbado, nadie intentará agredirle si ve que usted se encuentra preparado para responder.

Si el ataque ya se ha iniciado no se quede quieto, ¡muévase! 

Vigile también su entorno, puede que la persona que tiene delante trate de distraerle, mientras que otra le aborda por la espalda. O que alguno de los presentes simpatice con el sospechoso y se decida en un momento dado a interferir en contra de usted.

La tercera es no quedarse quieto. Si el ataque ya se ha iniciado no se quede quieto, ¡muévase! Y en este caso siempre es mejor hacerlo lateralmente para “romper” la dirección del ataque. Utilice algún objeto ( una farola, un árbol, una cabina telefónica, un banco, un vehículo, etc. ) para interponerlo entre usted y el potencial agresor. Mientras se mueve prepare su arma, pero recuerde que en estos casos el desplazarse rápido es prioritario al desenfunde, y no sacrifique su movilidad para adoptar una correcta posición de tiro.

Buscar un parapeto durante un enfrentamiento armado

La cuarta consiste en ponerse a cubierto. Esta premisa es de aplicación prioritaria en cualquier situación de enfrentamiento. No obstante en distancias muy cortas e iniciado el ataque, las posibilidades de servirnos de una cobertura resultarán escasas. Para que el empleo de una cobertura fuera factible en un caso similar, deberíamos encontrarnos detrás de ella desde el inicio de la situación de peligro.

Si usted es un usuario de un arma de defensa, debe planificar su entrenamiento bajo parámetros realistas. Si por el contrario, su preparación se basa exclusivamente en hacer agrupaciones a 25 m., o en participar en competiciones de recorridos de tiro, su vida dependerá únicamente, de no verse nunca envuelto en una situación real de combate.




El Ojo Dominante, todo lo que debes saber para conocerlo.

Nota de Carlos Nesci para Revista Aire Libre

Fuente: revista-airelibre.com

Todos sabemos que existe una tendencia natural hacia la dominancia de un lateral sobre otro y esto se hace muy evidente en la dominancia manual o podal.

Dominancia Manual: Preferencia o mayor facilidad para utilizar una de las manos (derecha o izquierda) para ejecutar acciones tales como tomar objetos, lanzar una pelota, disparar o escribir, entre otras.

Dominancia Podal: Es el pie hábil, el dominante para efectuar acciones como patear una pelota, impulsarse para saltar, mantenerse en pie con una sola pierna y otras.

Pero existen más dominancias y mucho menos conocidas como por ejemplo, la auditiva y la ocular.

Siendo esta última el propósito de la nota comenzaremos por los motivos neurológicos que la generan, continuaremos por su importancia en el deporte y terminaremos con la forma de comprobar cuál es nuestro ojo dominante, maestro o directriz, como también suele llamárselo. Por último describiremos a la lateralidad cruzada y la forma de neutralizarla en el Tiro.

La Lateralidad

La lateralidad es el resultado de la dominancia cerebral, generada por la ubicación ordenada de las funciones de los 2 hemisferios y la manera en que estos se distribuyen la información. Aparece como consecuencia de la evolución de la percepción, el lenguaje y la sicomotricidad. La educación requiere de las coordenadas derecha – izquierda. Su control es fundamental para la comprensión tanto en la lectura como en la escritura.

Existen factores genéticos y culturales que influyen sobre ella y la determinan. Estamos formados por un sistema nervioso doble que funciona de forma binaria con un cuerpo que también presenta simetrías (extremidades, ojos, oídos y pulmones, entre otros) pero, aunque estos órganos parezcan una mera duplicación del otro no funcionan igual, siempre habrá uno actuando como referente y el otro lo acompañará.

El dominante depende del hemisferio cerebral en el que se aloja. Recordemos que los hemisferios tienen la compleja tarea de interpretar al mundo que nos rodea, permitirnos interactuar con él y desarrollarnos plenamente.

Cada hemisferio tiene roles distintos y su conectividad se lleva a cabo a través del Cuerpo Calloso, él es el encargado de hacerlos dialogar (se dice que las mujeres lo tienen muy desarrollado y que ese es el secreto de “la intuición femenina” y también una característica sobresaliente de Albert Einstein, cuyo cerebro era pequeño pero muy interconectado).

Los Hemiferios

Hemisferio izquierdo: también llamado simbólico, es el responsable de la secuencialidad de la información. De suma importancia en los procesos racionales. Es el que sirve para aprender.

Hemisferio derecho: es el que dirige la acción visual y postural, procesa la información corpóreo-espacial, trabaja con expresiones visuales y se relaciona con las funciones holísticas. Es el que conduce la acción.

El uso preferente de un lado del cuerpo depende directamente de la distribución de funciones que se establece entre los hemisferios y, como dijimos al principio, los motivos son genéticos y culturales. En el caso de la lateralidad ocular, se forman columnas celulares de dominancia visual en la corteza cerebral para ambos ojos y, por alguna razón, unas prosperan más que otras y definen la dominancia.

Los Hemiferios

Hemisferio izquierdo: también llamado simbólico, es el responsable de la secuencialidad de la información. De suma importancia en los procesos racionales. Es el que sirve para aprender.

Hemisferio derecho: es el que dirige la acción visual y postural, procesa la información corpóreo-espacial, trabaja con expresiones visuales y se relaciona con las funciones holísticas. Es el que conduce la acción.

El uso preferente de un lado del cuerpo depende directamente de la distribución de funciones que se establece entre los hemisferios y, como dijimos al principio, los motivos son genéticos y culturales. En el caso de la lateralidad ocular, se forman columnas celulares de dominancia visual en la corteza cerebral para ambos ojos y, por alguna razón, unas prosperan más que otras y definen la dominancia.

Cuando cortamos con la mano izquierda y pateamos con la derecha o sostenemos el arma como diestros y apuntamos como zurdos, estamos ante casos de lateralidad cruzada. Se estima que el 10% de la población es zurda y alrededor del 30% es de lateralidad cruzada.

En el deporte la lateralidad tiene una gran importancia y no sólo la óculo – manual u óculo – podal sino también las de hombro – cintura y pierna hábil – pierna de apoyo.

Paul Dorochenko es un francés, osteópata y fisioterapeuta, Director del Centro Internacional de Reeducación del Deportista, ubicado en Valencia, España. Es famoso por detectar e intervenir en la lateralidad de los deportistas. Sus teorías y trabajos de campo para rehabilitar y potenciar a deportistas de elite son casi revolucionarios. Su última invención es un sistema que le permite a los atletas modificar gestos técnicos defectuosos y borrarlos para siempre de su memoria para reemplazarlos por otros mejorados. Dicen que funciona y que es una maravilla de la biomecánica.

Paul Dorochenko, destaca siempre las virtudes que la lateralidad cruzada tiene en los deportes de movimiento y la importancia de la elección de golpes o ubicaciones en la cancha a partir del ojo dominante.

Otro caso interesante es el de un estudio sobre “La Lateralidad en el Deporte ” realizado por el Centro Internacional de Optometría de España. Allí se trabajó sobre una muestra de 245 deportistas y otra de control de 80 no-deportistas, con el fin de detectar la influencia y penetración de la lateralidad cruzada en cada disciplina estudiada. La mayor cantidad de casos de lateralidad cruzada se dieron en Básquet y Natación. Resultaron indiferentes: Tenis, Badminton y Esgrima. Mientras que en Tiro de precisión, Fosa y Arco se concentraron la mayor cantidad de homogéneos.

Evidentemente la visión deportiva en quienes requieren alineamiento y precisión demanda una lateralidad no-cruzada ya que de no ser así se atentaría sobre la estabilidad del stance y el registro de miras, ambos factores indispensables para un disparo acertado. Además está comprobado que el ojo hábil o dominante procesa la información con muchísima mayor rapidez.

¿Cómo descubrimos cuál es nuestro ojo dominante?

Para detectarlo utilizaremos esta sencilla prueba: extendemos nuestros brazos hacia delante y los juntaremos formando un triángulo con las 2 palmas, teniendo por base a los pulgares superpuestos. Mantendremos nuestra cabeza alineada con el triángulo y apuntaremos – con los ojos abiertos – a algún elemento claramente visible.

Luego, sin mover nada, cerraremos alternadamente uno y otro ojo. El ojo dominante mantendrá el objeto en su lugar y el complementario lo perderá totalmente. Pero allí no termina la prueba, para asegurarnos, después de haber focalizado debidamente al objeto con ambos ojos abiertos, retrotraemos el triángulo formado por nuestras manos hacia nuestros ojos abiertos, intentando no perderlo de vista y comprobaremos que nuestras manos – automáticamente – lo harán en dirección de nuestro ojo maestro.

1. Ubicándonos a 1m o más del objeto a apuntar ya estamos en condiciones óptimas para realizar la prueba.
2. Para graficar la nota utilizaremos un blanco de tiro, pero cualquier objeto claramente recortado de su contexto y bien iluminado permite realizar la prueba eficazmente.
3. Extendiendo nuestros brazos y juntando nuestras manos de la forma en que se muestra en la foto, centraremos el blanco. Siempre con ambos ojos abiertos, luego cerramos alternadamente uno y otro ojo, el ojo dominante es el que seguirá enfocando el blanco.
4. Por lo contrario, nuestro ojo débil habrá perdido al blanco y solo verá lo que se encuentra a un costado
5. Contraprueba para asegurarnos de haber descubierto a nuestro Ojo Maestro: extendemos los brazos hacia el blanco con ambos ojos abiertos y enfocamos.
6. Lentamente vamos retrotrayendo los brazos hacia nuestro rostro con los ojos abiertos.
7. Automáticamente, y a pesar de mantener ambos ojos abiertos nuestras manos irán hacia nuestro Ojo Maestro

Esta misma prueba se puede hacer con un papel agujereado, el dedo índice, un puntero o cualquier otro elemento que nos permita apuntar. No obstante, la experiencia indica como recomendable hacerlo de la forma inicialmente descripta.

Así sabremos entonces cuál es nuestro ojo dominante pero que ocurre si detectamos que tenemos Lateralidad Cruzada, una característica no ideal para la práctica del Tiro.

Recomendaciones para lateralidad cruzada en el tiro

Ahora que sabemos cuál es nuestro ojo dominante, ¿qué ocurre si detectamos que tenemos Lateralidad Cruzada?, una característica no ideal para la práctica del Tiro.

Para arma corta: se sugiere cambiar la mano con que se dispara o, lo que es mejor, inclinar ligeramente el arma para que las miras se recuesten levemente y queden alineadas en la zona de visión de nuestro ojo dominante. La inclinación no debería superar nunca los 45º ( ideal de15 a 20º). Una tercera posibilidad es inclinar la cabeza hacia el brazo dominante – el pie del ojo dominante adelantado – para que el ojo dominante se pueda alinear con las miras y el blanco.

Para arma larga: resulta ideal modificar la posición y alinear el cuerpo con el ojo dominante. Una alternativa intermedia y menos radical es la de cubrir con algún elemento traslucido al ojo dominante para darle protagonismo al ojo menos hábil. Lo que no perdemos con esta opción es la sensibilidad y fuerza de nuestra mano dominante.

Posición de tirador zurdo -arma larga- alineado manual y ocularmente con su dominancia.
Tirador zurdo de mano literalidad ocular derecha. En este caso de liberalidad cruzada, conviene reeducar la posición corporal y encarar como diestro
Posición de tirador zurdo -arma corta- alineado manual y ocularmente con su dominancia.
Posición de tirador zurdo con lateralidad cruzada. se debe corregir la posición para evitar descompensaciones en la estabilidad y errores de alineación.
El mismo caso corregido mediante una ligera inclinación -no mayor a los 45º idealmente 25 a 30º- en dirección al ojo dominante, en este caso el derecho. En arma corta es preferible mantener la mano dominante por cuestiones de sensibilidad y fuerza.

Conclusión: todo aquel que pretende desempeñarse eficazmente debe comenzar por conocerse. La lateralidad es un tema importantísimo para la práctica de los deportes. Competir implica mejorar optimizando las variables y esta es una que no podemos ignorar. Hagan la prueba señores, el ojo maestro espera, ansiosamente, ser descubierto!

Anécdota del autor de la nota

Hace unos cuantos años, en una de las primeras exposiciones de Armas, me encontraba con unos amigos haciendo cola en el stand de Shark que permitía probar sus productos – bastante novedosos para la época.

Delante nuestro y ya disparando se encontraba una parejita de adolescentes. El chico disparó razonablemente – en la zona del 8 – y la chica lo hizo en el borde de la cartulina… recibiendo los comentarios sobradores de su noviecito.

Al ver que la chica no quería volver a intentarlo y advertido de su lateralidad cruzada – gesto típico…cruzan la cabeza por sobre la culata – no pude evitar mi intervención y por suerte, me salió bien.

La convencí para que volviera a disparar, describiéndole el motivo de su yerro y sugiriéndole que se parara diferente para alinearse con su ojo maestro. Todos los que estaban rodeándonos seguían con atención mis indicaciones, mientras el noviecito me miraba ”raro” y yo sentía que si la experiencia no resultaba iba a tener que esfumarme.

Finalmente le pedí a la chica que alineara sus pies con el blanco, mantuviera derecha su cabeza, respirara profundamente y fuera expirando lentamente mientras presionaba la cola del disparador pero, lo más importante, que no dejara de mirar el blanco una vez producido el disparo.

Fue una clase de tiro express; en menos de 2 minutos le tiré toda la data y la chica estuvo a la altura de las circunstancias, regalándome un 9.




10 Tips Para Mejorar Tu Puntería

Artículo dirigido a quienes no practican tiro o se acaban de iniciar informalmente en esta disciplina deportiva, especialmente en arma larga. Por Carlos H. Nesci para Revista Aire Libre

Fuente: revista-airelibre.com

Para obtener buenos resultados se torna necesario repetir las acciones consistentemente. Parándonos bien, equilibrando el cuerpo adecuadamente, ejerciendo la misma presión sobre las partes de nuestra anatomía que entrarán en contacto con el arma y no desentendiéndonos mentalmente del disparo hasta mucho después que este se haya ejecutado. Para que un disparo sea exitoso se requiere de estos aspectos sumados a otros 2 muy importantes, un arma y elementos de puntería (sistemas abiertos u ópticos) precisos.

Un sistema de puntería sirve para orientar y ubicar el arma en el lugar donde queremos impactar. Como todo sistema de registro será tan bueno como su capacidad de mantenerse inalterable a pesar de los bruscos movimientos que los disparos provocan.

El sistema de puntería debe ser tan confiable como el arma misma. Aunque suene exagerado, la verdad es que son los ojos del arma.

Resumiendo, el secreto de un disparo acertado está en: sostener el arma de forma estable, mantener las miras alineadas y controlar el gatillo o cola del disparador. Para que estos 3 requisitos se cumplimenten satisfactoriamente deberemos actuar sobre otros componentes y acciones de la biomecánica del disparo. Hasta aquí la teoría vayamos ahora a la práctica…

El arma

Debemos asegurarnos que este descargada y tomaremos todos los recaudos de seguridad necesarios para cargarla, cosa que haremos sólo cuando estemos en zona de tiro y frente al blanco. La tomaremos siempre igual y una vez que nos sintamos cómodos con ella, trataremos de registrar mentalmente esa posición para poder repetirla consistentemente. Tendremos que ver cuál es esa posición en función del peso y la forma del arma y las características de nuestro cuerpo: altura, longitud de brazos, tamaño de manos etc.

Una buena posición nos brindará comodidad para sostener el arma a la vez que permitirá su repetición sin mayor esfuerzo. Recordemos que la precisión es hija de la consistencia y esta se logra repitiendo las acciones sin modificar las variables. El arma hará contacto con nuestras manos, mejilla y hombro.

Las manos

Tendrán que ejercer siempre la misma presión y esta no deberá ser excesiva. La mano de apoyo deberá ubicarse en el lugar que nos resulte más cómodo de la chimaza. Ese lugar debería estar en algún punto ubicado desde la mitad hacia delante. El apoyo estará dado por la palma desde la zona de unión entre el índice y el pulgar.  A su vez la mano que dispara debe rodear la empuñadura y permitir que la falange distal de su dedo índice toque el gatillo, evitando, en lo posible, que ese dedo haga contacto con la culata.

La posición a adoptar debe ser estable, cómoda y relajada.

El dedo índice, idealmente, sólo debería tocar al gatillo y ejercer con la punta o falange distal un movimiento suave y constante de presión en línea recta, la misma del cañón del arma. Si la presión ejercida sobre el gatillo es lateral ya estaremos modificando la trayectoria del disparo. El dedo va al gatillo sólo cuando ya hemos apuntado y estemos iniciando la fase de respiración previa al disparo.

La mano que dispara debe tomar la empuñadura sin generar presión excesiva y liberando el dedo índice para que el mismo se focalice en el disparo.
El dedo índice solo deberá tocar el gatillo con la falange distal, haciendo presión suavemente en línea recta, en la línea del cañon

La cabeza

Debe estar naturalmente erguida, evitando inclinaciones para impedir tanto el desequilibrio del cuerpo, alteraciones en los puntos de contacto con el arma y las presiones que en ellos ejercemos, como distorsiones visuales –errores de paralaje si el sistema de puntería es óptico–.

En esa posición la cabeza espera el contacto del arma con el hombro y cuando esta hace contacto la mejilla queda emplazada naturalmente en la culata.

La cabeza debe estar lo más erguida posible y hacer solo un ligero movimiento descendente para que la mejilla contacte a la culata

El hombro

La culata va al hombro, justo al “hueco” o bolsillo que se forma entre el pectoral y el deltoides. Mientras levantamos el arma nuestros ojos deberían mirar hacia la línea del blanco. Al llegar la culata a la altura del hombro y sin perder el paralelismo de nuestros ojos respecto del piso, la acomodamos  en el hueco del hombro y hacemos contacto con nuestra mejilla que debería ubicarse entre el hueso del pómulo (malar o cigomático) y la culata.

La culata hace contacto con el hombro en el hueco que forma la unión del pectoral y el deltoides
La presión con el hombro puede ser mayor o menor, pero debemos intentar por todos los medios que sea siempre la misma. Hombro y mejilla juegan en dupla.

La mejilla

Debe ejercer siempre la misma suave presión, para que a la vez nuestro ojo esté ubicado –también– siempre en el mismo lugar de la culata. Al hacerlo, nuestra mejilla formará un pliegue facial que quedará entre el hueso y la culata. Tratemos de que tenga siempre el mismo espesor.

La mejilla debe ejercer siempre la misma suave presión generando un pliegue facial mayor o menor según la morfología de nuestro rostro.

Se debe intentar consistencia tanto en el lugar donde “anclamos” nuestra mejilla como en la presión que ejercemos. Esta no debe ser excesiva ya que podríamos generar una distorsión ocular al momento de ejecutar el disparo.

Los pies

Son grandes protagonistas en la alineación y equilibrio de la posición. El que corresponde al brazo que sostiene debe estar adelantado y el otro retrasado tal como se ilustra en la foto. Lo importante es que ambos (que deberían tener entre sí una distancia similar al ancho de nuestros hombros ) estén dispuestos de tal forma que nos permitan sostener el arma de forma estable y relajada.

La posición natural para apuntar -una vez que sabemos lo que hay que hacer- se logra cerrando los ojos en dirección al blanco. Pero seguramente no quedaremos totalmente alineados con él.

Una vez parados de esta forma, tomamos el arma, encaramos mirando al blanco, dejando que la culata alcance nuestro hombro y la mejilla encuentre su lugar e anclaje.

Para corregirla no giraremos el torso – lo cual provocaría tensiones musculares – sino, simplemente los pies.

Seguramente sentiremos que está todo bien pero, es muy probable que el blanco nos quede desplazado hacia alguno de los laterales, entonces giraremos para ubicarlo pero… resulta fundamental, para no atentar contra la precisión del tiro, girar los pies ligera y progresivamente – hasta quedar bien alineados – y no hacerlo desde la cintura. Si el tiro es a un blanco estático, lo único que moveremos de nuestro cuerpo – para alinearnos con él – son los pies!

Resulta fundamental hacer el ajuste fino
en la alineación hacia el blanco solo con los pies.
El movimiento será muy sutil y mantendremos
“la posición natural a apuntar”.

La respiración

Conviene inspirar profundamente y espirar antes de encarar el arma y una vez que lo hacemos repetir el ciclo pero sin espirar totalmente, manteniendo gran parte del aire en nuestros pulmones. Mientras retenemos la respiración para atenuar el movimiento de nuestro cuerpo, procederemos con las demás acciones que completarán el disparo. Si no fuera posible producir el disparo dentro de los primeros 15 segundos de pausa respiratoria – porque no logramos sostener la mira en el blanco o por algún otro impedimento –  suspenderemos la acción, nos relajaremos y reiniciaremos nuevamente el ciclo. Respiramos profundamente, encaramos, exhalamos el 50% del aire de los pulmones, retenemos el resto y continuamos con las demás acciones del disparo.

El disparo

Estamos relajados con la posición ideal adquirida, estables y perfectamente alineados con el blanco, ahora solo resta, nada más y nada menos, que apretar el gatillo. Bien, este es el momento crucial en que todo lo bueno que hemos logrado hasta el momento se puede arruinar por un movimiento involuntario, generado por el stress del disparo o por una mala técnica en la ejecución de la acción.

Resulta fundamental conocer el recorrido del disparador y saber en que momento alcanzamos la última resistencia. Debemos entrenar el dedo para que perciba claramente el arribo a ese punto.

En el momento previo al disparo debemos estar dentro del blanco, mientras comenzamos a ejercer ligera presión en el gatillo. Es muy importante conocer su recorrido, su juego o zona libre y la resistencia que ofrece hasta liberarse. Resulta beneficioso hacer disparos, en los calibres mayores se ofrecen unas balas plásticas o  dummy para hacer dry-firing  en cal.22 ó aire comprimido no tenemos esa opción, al blanco sentados y con apoyo para desentendernos de los otros aspectos de la posición de pie y poder concentrarnos  exclusivamente en el recorrido y la resistencia de la cola del disparador.

Lo ideal es llegar a emplazar nuestra mira en el blanco teniendo que superar sólo la última resistencia del gatillo. Recordemos que nuestra falange distal de la mano que dispara es nuestro único contacto con él y a la vez ese dedo sólo está en contacto con el gatillo. Bien, estamos en la zona del blanco donde queremos impactar, nuestra mira a pesar de los esfuerzos por mantenerla estable oscila ligeramente alrededor del 9 y 10 del blanco. Mientras la sostenemos en zona ya alcanzamos el punto máximo de resistencia del disparador, mágicamente la mira se aquietó y posó cerca del diez y el disparo se produjo.

Resultado, un diez bajo que pudimos cantar antes de verlo porque nuestra concentración era tal que sabíamos donde estaba ubicada la cruz o el guión de la mira en el mismo momento en que se produjo el disparo. Experimentamos así la mágica sensación de sentirnos proyectados en el disparo. El tirador deportivo debido a la práctica constante logra mecanizar, integrar y a la vez descomponer estas acciones dentro del breve tiempo que va de la preparación a la ejecución del disparo.

En él se crea un pasadizo neurológico que le permite disparar cuando tiene ante si la imagen perfecta, es decir cuando se produce la alineación de miras en el lugar deseado y casi sin movimiento aparente. Muchas veces es como si no tuviera conciencia de la ejecución manual del disparo y sintiera que el mismo ha sido ejecutado por su cerebro.

El Blanco

Si practicamos tiro informal en nuestra casa debemos tomar todos los recaudos para hacerlo en forma segura. Resulta indispensable contar con una trampa para balines. También y a los fines de concentrarnos adecuadamente es conveniente contemplar el blanco por unos instantes (10 a 15 segundos) antes de comenzar con la práctica.

Debe estar emplazado en zona segura y bien iluminado. Si disparamos con calibre .22 lo haremos en el polígono de un club de tiro observando todas las medidas de seguridad correspondientes.

Si lo hacemos con aire comprimido, adquiramos una trampa para balines y practiquemos en zona muy segura pensando que algún balín puede escapar a los límites de la trampa por lo cual resulta aconsejable agregar detrás un par de recortes de goma EVA que ayudarán a ampliar la zona de contención.

Sugiero también dedicarle un par de minutos a la contemplación del blanco previo a la sesión de tiro. Lo recomiendo como técnica de concentración y puesta en sintonía con nuestro propósito de acertar.

El seguimiento

Efectuado el disparo no debemos movernos y continuar en la misma posición por 2 o 3 segundos. Esto evitará cualquier movimiento involuntario producto de nuestra ansiedad por ver el resultado.

Es el bendito “follow through” de todos los deportes en los que proyectamos algún elemento y debemos terminar perfecta y fluidamente el movimiento o la ausencia de movimiento – como en este caso.

La intención es disparar y quedarse inmóvil en esa posición, mirando el blanco por un par de segundos para impedir que nuestra ansiedad por ver el resultado obtenido, genere algún movimiento no deseado cuando todavía podemos influir sobre la trayectoria del proyectil.

Según la disciplina y/o tipo de arma esto puede ser más o menos crítico.

Recapitulando la secuencia del disparo

  1. Nos paramos frente al blanco con la posición de pies indicada.
  2. Respiramos profundo y exhalamos totalmente.
  3. Volvemos a respirar profundo y retenemos totalmente el aire.
  4. Levantamos el arma y encaramos.
  5. Apoyamos el arma en el hombro, llevamos nuestra mejilla a la culata.
  6. Exhalamos la mitad del aire y ajustamos con los pies la alineación al blanco, si fuese necesario.
  7. Mantenemos la respiración y hacemos presión en el gatillo hasta llegar a la máxima resistencia.
  8. Esperamos a que las miras se posen en el lugar deseado y el gatillo libere el disparo.
  9. Producido el impacto nos quedamos inmóviles en esa posición mirando el blanco, para dar una idea de tiempo… con que contemos hasta 3, después de haber tirado, es suficiente.

IMPORTANTE:  si entre los puntos 6 y 8 demoramos más de 15 segundos y sentimos que no podremos mantener el arma estable, debemos exhalar totalmente, bajar el arma, relajarnos, inspirar profundamente reteniendo el aire y repetir el ciclo desde el punto 6.

Comentarios Finales

Lograr incorporar el presente conjunto de sugerencias a la práctica de esta actividad requiere un mínimo de ejercitación para que estas acciones se vayan mecanizando pero, aunque el tiro no sea una disciplina que realicen con frecuencia, conviene siempre conocer los fundamentos que permiten hacerlo con razonable idoneidad.

Adicionalmente, estos consejos pueden utilizarse en fotografía para evitar las fotos movidas cuando las tomamos a baja velocidad.

Confiamos en que la información les resulte de interés y contestaremos cualquier consulta vinculada con su contenido a través de este blog.

Muchas Gracias




El Control De La Respiración

Por Carlos Nesci para Revista Aire Libre

Fuente: revista-airelibre.com

Mucho se ha hablado y escrito sobre el tema y, a pesar de ello, los tiradores recién iniciados no le dan la importancia suficiente o no han descubierto todavía la influencia que puede tener en el resultado final de sus disparos.

Luego de leer un par de notas en revistas americanas que trataban la cuestión y estimulado por las repercusiones que tuviera la nota “10 tips para mejorar tu puntería”, decidí volver a escribir de manera más puntual sobre el tema.

Por supuesto, los americanos aplican su conocida fórmula KISS (palabra memorable porque significa “beso” pero que es la sigla de “keep it short and simple”, que traducido a nuestro lunfa sería algo así como…“ hacela corta y fácil”) y si bien intentaré respetar esta consigna, me parece importante dedicarle un poco de tiempo a la identificación de los principios y consecuencias de la respiración en el tiro.

Cómo todos sabemos, las dudas pasan por si debemos llenar totalmente nuestros pulmones o encontrar un punto entre los 2 tercios y el vacío total. Difícil dar una respuesta válida para todos ya que como buenos individuos que somos no todos tenemos la misma capacidad aeróbica. Por lo tanto, profundizaremos el tema para determinar qué opciones tenemos en la interrupción voluntaria del ciclo natural de respiración.

Tengamos en cuenta lo siguiente:

  • La respiración es automática, lo hacemos inconscientemente, inhalando y exhalando. Y más allá de la pausa deliberada que intentemos hacer, al llegar al límite, nuestro cuerpo nos obligará a volver a respirar.
  • Tenemos una cadencia y un ciclo propio y natural. El tórax y el diafragma se expanden durante la inspiración, el diafragma se contrae y baja, mientras que los músculos entre las costillas se contraen y suben. Esto aumenta el tamaño de la caja torácica y reduce la presión interna. Como resultado, el aire se precipita hacia adentro y llena los pulmones.
  • Durante la espiración, el diafragma se relaja y el volumen de la caja torácica disminuye, a la vez que la presión dentro de ésta aumenta. En consecuencia, los pulmones se contraen y el aire es expulsado hacia afuera.
  • Como todos sabemos, respirar durante el proceso de disparo afecta seriamente nuestra puntería, ya que conspira contra la estabilidad y nos desplaza del blanco.

Por lo tanto, el mejor momento para controlar el ciclo respiratorio es durante la “pausa respiratoria”, hecho que se produce una vez que exhalamos. Lo ideal es automatizar este proceso para que no resulte consciente y, como consecuencia, se transforme en un elemento más de estrés.

No se debe forzar la exhalación ya que esto provocaría la contracción de los músculos del pecho, todo lo contrario del efecto deseado que no es otra cosa que un estado de relax que favorezca la inmovilidad y prolongue, sin tensiones, nuestro tiempo de apnea.

Si tratamos de cortar la respiración con los pulmones llenos vamos a experimentar mayor incomodidad que si lo hacemos con menos aire en ellos y, con los músculos involucrados en el proceso, en estado de relajación.

A esta altura muchos se preguntarán y con razón ¿Cuánto tiempo se puede o debe aguantar la respiración?

Si bien eso depende de las condiciones y aptitudes físicas del tirador, se puede decir que el tiempo de apnea – en situación de puntería – no debería extenderse más de 8 segundos, posiblemente el ideal pase por los 5” y el límite esté en los 10”.

En la medida que el tiempo se extienda comenzarán los problemas de agudeza visual por falta de oxigeno. Además el arco de movimiento se incrementará ya que el cuerpo empezará a manifestar ciertos movimientos involuntarios y nuestra concentración decaerá notoriamente. La necesidad de volver a respirar postergará cualquier otra demanda atencional.

Uno puede modificar el uso de la pausa respiratoria según la disciplina que practique. Obviamente las disciplinas dinámicas – en las que se incluye movimiento y/o desplazamiento – requerirán de ciertos ajustes de ritmo y pausa, acordes con nuestro estado físico y la demanda de esfuerzo que el ejercicio requiera.

Lo importante es tener en cuenta el efecto que el ciclo respiratorio provoca al momento de comenzar a trabajar sobre la posición de tiro – el stance – y de esa forma ajustarlo a nuestra conveniencia, practicarlo reiteradas veces hasta que lo automaticemos y lo podamos llevar a cabo sin pensar.

En situaciones donde es imposible relajarse porque el esfuerzo físico hace que nuestro corazón bombee a altísimas pulsaciones, la forma de neutralizar el caos de movimientos es una súbita inhalación, una breve pausa y, durante la misma, un rápido y controlado disparo.

En mi caso, disparando con fusil, después de acomodar el cuerpo y direccionar debidamente los pies (para que el punto natural a apuntar coincida con el blanco y no deba hacer ninguna corrección muscular que ocasione fatiga y tensiones) procedo de la siguiente forma:

  1. Inhalo profundamente mientras levanto el fusil y encaro.
  2. Con las miras en zona de blanco exhalo hasta sentirme cómodo, reteniendo parte del oxigeno en mis pulmones.
  3. Hago la pausa, mientras busco la imagen ideal del blanco.
  4. El rifle se detiene y disparo.

Respecto del punto 4, aclaro que allí mi dedo ya comenzó a desplazar al gatillo hasta la detención del rifle en el blanco y también suelo darle prioridad a la detención del rifle sobre la búsqueda del centro geométrico.

Es decir, privilegio un rifle detenido en algún lugar de la zona del 10, antes que la búsqueda de la perfección de un blanco “mosca” porque sé que el primero será un buen tiro y el otro, un tiro forzado que puede terminar aterrizando en la zona del 8 ó menos.

Lo más probable es que el tiempo total de ejecución de estos 4 puntos, desde la inhalación hasta el disparo, ronde los 15 segundos.

Conclusión: Practiquemos una forma razonable de inhalar y exhalar en parte, sostener la pausa y disparar controladamente. Si lo hacemos habitualmente lograremos internalizarlo y pasarlo del consciente al inconsciente para que el ciclo fluya naturalmente lo que, seguramente, mejorará nuestra puntería y, como consecuencia, nuestras agrupaciones.