Federación Latinoamericana De Caza

Publicado en Revista-AireLibre.com

Con la participación de Pablo Borrazas Martinez (Asociación Nacional de Cazadores del Uruguay), Gerardo Marcel Martinez (Asociación de Cazadores Unidos de Paysandú de Uruguay), Luis Alberto Piazza (Asociación Civil Mendocina de Actividad Cinegética de Argentina), Jose Francisco Pinto Junior Hunters (Associação Esportiva de Tiro, Caça e Conservação de Brasil), Luis Germán Gorchs (Confederación Nacional de Entidades Cinegéticas de Argentina, Jaime Gonzales Suvillaga y Jorge Iván Meléndez (Asociación de Cazadores de El Salvador), Edgar Wenzel Lopez y Mario Canales Najjar (Federación Mexicana de Caza), Rafael Salerno (“Aquí tem Javalí” de Brasil),  Angel Brusquetti Rolón (Asociación Nacional de Cazadores del Paraguay),  Ricardo Guardia (Asociación de Cazadores de Costa Rica) y Jesús Thomas Saldias (Asociación Cinegética del Perú) el pasado 25 de noviembre se realizó la reunión constitutiva de la Federación Latinoamericana de Caza.

Reunidos de manera voluntaria, los participantes reafirmaron los lazos de amistad y hermandad que unen a sus países y los objetivos de preservar la caza en todas sus modalidades a lo largo de sus países y colaborando con entidades organizadas de otros continentes.

La reunión convocada por los representantes argentinos y peruanos tuvo como moderador al sr. Jesús Thomas Saldias, quien dio inicio a la reunión presentó a los miembros de la reunión dando lectura completa a los miembros invitados, para luego dialogar sobre los problemas que ocurren en sus países, desde el cierre de la actividad legal (Costa Rica, 2012) a pesar del importante aporte económico del turismo cinegético especialmente en el ámbito rural, hasta Argentina como el destino cinegético número uno en el mundo con más de 25mil cazadores visitantes anualmente.

Los participantes coincidieron en que el avance de las propuestas animalistas y desarmistas en la región hacen imperativo que exista una organización que aglutine los esfuerzos y la información que permita defender y luchar en salvaguarda de los principios que movilizan a los cazadores, los primeros conservacionistas reconocidos, para lo cual acordaron la creación de la Federación.

Luego de un debate sobre los aspectos organizativos de la Federación acordaron que en vista de la trayectoria y capacidad organizativa de la Federación Mexicana de Caza (FEMECA), ésta tome la presidencia “pro tempore” de la FEDELACAZA, siendo elegido el Dr. Mario Canales Najjar, como su primer presidente.

Finalmente se conformó una Junta Ejecutiva, organizadora y que tendrá la responsabilidad de proponer los estatutos y el registro respectivo de la federación. Esta Junta Ejecutiva, quedó conformada de la siguiente manera:

  • Presidente: Dr. Mario Canales Najjar, FEMECA, México
  • Secretario General: J.Thomas Saldias, ASOCIPE, Perú
  • Integrantes: Edgar Wenzel Lopez, México, Luis Alberto Piazza, Argentina, Angel Brusquetti Rolón, Paraguay, Ivan Melendez, El Salvador, Rafael Salerno, Brazil y Pablo Borrazas Martinez, Uruguay



LA SOMBRA DEL HALCÓN, CARTUCHO .17 HMR.

Articulo publicado en cazawonke.com

El .17 Hornady entró con fuerza en el mundo de la cartuchería, despertando un interés superior a cualquier otro desarrollo reciente. Un enano como éste, cargado de tanto veneno, es toda una genialidad se mire por donde se mire. Recuerdo que las primeras noticias sobre él me dejaron boquiabierto, entrábamos de lleno en el mundo de la miniaturización. Aunque de consecuencias previsibles, porque bajar tanto el diámetro y subir de ese modo la velocidad no dejaba de ser poner una vez más en práctica la religión de la energía cinética, sorprendía el tamaño casi extremo que le daba apariencia de juguete.

CZ 455 Tumbhole Bull Barrell con visor Meopta Artemis 3-12×50 sobre monturas fijas.

El cartucho

En el año 2002 Hornady sorprende con la presentación del .17 HMR (siglas de Hornady Magnum Rimfire) con la colaboración de Marlin y de Ruger. Su nomenclatura obedece, por orden, al apellido de quien lo desarrolló, al Magnum del que proviene y, finalmente, a que se trata de un fuego anular, un Rimfire. Pues sí, como lo oye, Hornady utiliza la vaina del más potente de los cartuchos de percusión periférica, el .22 WMR, como base para la creación. La manera de hacerlo es aparentemente muy sencilla: agolleta el cuerpo cilíndrico primitivo para que admita un proyectil poco más de un milímetro menor, pasando de 5,6 a 4,5 mm. De alguna forma, Hornady copia la fórmula que Remington utilizó para la creación de un potente cartucho en 1969, el 5 mm Remington Rimfire Magnum que, tras el olvido, ha vuelto a aparecer de la mano de Taurus. No obstante, aunque la difusión de este último no fue grande, sentó la base para que, posteriormente, fuese utilizado su diámetro en un cartucho referencia en el campo Varmint actual, el .204 Ruger. Y es que, en general, ésta es la aplicación de toda esta gama de cartuchos… Espere, su trabajo viene después, sigamos aún con su desarrollo. Realmente, muy pocos cartuchos son los que se habían hecho en este diámetro. En fuego anular, el .17 High Estándar, creado para su semiautomática en los años cincuenta, nunca llegó a cuajar. En fuego central, el .17 Remington, creado en 1971, se mostraba y muestra como el rey indiscutible. Creado a partir del agolletamiento del .223 Remington, esta bestia saca en boca una punta de 20 grains a 1.352 m/s, ¡casi nada! Estaba claro que este diámetro, a pesar de las reducidas dimensiones, ofrecía capacidad de vuelo y, aunque sus coeficientes balísticos o densidades seccionales fueran muy pobres, la tremenda velocidad en boca suplía con creces estas carencias.

Una de las pocas carabinas semiautomáticas que se ofrecieron para el .17 HMR fue la Remington 597. Problemas de seguridad hicieron que se descatalogase y retirase del mercado.

Recuerdo que se hablaba entonces mucho sobre los problemas que acarreaban proyectiles tan pequeños y frágiles lanzados a semejante velocidad. Desde que una simple gota de agua obturaba el cañón, a que el roce con cualquier objeto por pequeño que fuese podía acarrear la fragmentación del proyectil, alarmaban a los posibles usuarios, creando serias dudas sobre su eficacia final sobre el terreno. Costaba creer incluso la capacidad letal real que pudiese mantener, sorprendiéndonos al ver piezas del tamaño de un coyote pulverizadas por este rayo. Pues, ya está, Hornady pone en marcha su desarrollo. Sabedora de que las puntas de este diámetro aún mantienen suficiente capacidad letal, estaba claro que, reduciendo tanto diámetro y peso, el proyectil lanzado volaría mucho más rápido de lo que hasta ahora se conocía en fuego anular. Se carga inicialmente con puntas de 17 grains con un perfil y características orientadas tanto al vuelo como al choque. Con muy buen criterio se elige la V-Max, una punta de plástico muy aguzada con cola de bote, perfecta para sacar toda la tensión a la trayectoria. Como proyectil Varmint puro, la camisa es muy fina, con una gran cavidad frontal que tapa el polímero, haciéndola muy expansiva.

Definitivamente, su comportamiento terminal es casi explosivo, desintegrándose al menor contacto, con una muy pobre penetración, algo completamente deseable.

Marlin XT-17VSL con visor Delta Titanium 2.5-15×56 sobre monturas BAT tipo Weaver desmontables.

Cartucho de granjero

Claro, pensemos que lo perseguido con el .17 HMR era un farmer´s cartridge, un cartucho para granjeros. La idea era cubrir ese rango de especies a las que llegan con soltura los cartuchos Varmint de fuego central y se resisten a los .22 por su crítica distancia de uso, motivada por una trayectoria muy curva. Córvidos, roedores, caza pequeña, como palomas, liebres y conejos, zorros, gatos y coyotes, quedaban lejos de nuestro .22 LR, e incluso del WMR, porque sus trayectorias convertían en muy difícil acertar en el momento que la distancia excedía de poco de cien metros.

Quien le habla se ha criado con un .22 LR en las manos. Junto a mis armas preferidas –el aire comprimido–, las carabinas del veintidós me han acompañado siempre y puedo decir muy alto que a ellas debo, en gran medida, mis conocimientos prácticos sobre el tiro con rifle. Tantos cientos de cajas de fuego anular consiguieron que fuese capaz de calcular correcciones con cierta soltura, pero, aun así, he de reconocer que más allá de esos cien metros era fácil equivocarse tirando sobre blancos pequeños. Está claro que de utilizar una Eley Subsonica a una Winchester Xpediter o las Remington Viper y Yellow Yacket, la posibilidad de acierto aumentaba notablemente; pero, de ahí, a lo que ofrece el .17 Hornady, hay un abismo.

Para que se haga una idea, piense que la velocidad de una carga muy caliente en .22 Long Rifle, la CCI Stinger, la referencia en cartuchos del .22 LR extra-largos, con sus 32 grains huecos y cobreados, abandona la boca a 500 m/s, mientras nuestro diecisiete, con sus originales 17 grains V-Max, lo hace a 777 m/s. Y no sólo la velocidad, la forma del proyectil hace que el coeficiente balístico y la densidad seccional sean mucho mayores, generando mayor capacidad de vuelo y posibilidad de un canal balístico más largo.

Seguro que alguno de ustedes ya estará pensando en el .22 WMR, su padre y competidor más duro. Sí, efectivamente, la velocidad de este último es mayor que la del .22 LR, pero no llega ni mucho menos a la del diecisiete. Buscando una carga límite, nos encontramos también con la Hornady V-Max de 30 grains. Vuela en boca a 670 m/s, unos 107 m/s menos. Hay que reconocer que su mayor masa mejora la energía, que, en general, es mayor que la del diecisiete dentro de su rango de uso. De algún modo, utilizando el proyectil más apropiado posible –no el V-Max, por supuesto–, hasta unos 90 metros está más capacitado para abatir especies corpulentas, digamos, de caza mayor –de no estar prohibido en nuestro país-. Hasta esa distancia el comportamiento del .22 WMR es tenso y preciso. Ocurre que esa mayor diferencia sólo sería aplicable a ese tipo de piezas, donde lucharían cara a cara el mayor diámetro, peso y energía del .22 con la mayor velocidad y densidad seccional del .17 y, siendo coherentes, se imponen los primeros.

El problema real viene de esos 90 metros en adelante, donde el comportamiento externo del .17 HMR se aproxima a un rifle de caza hasta unos 200 metros, sin obligarnos a modificaciones groseras, mientras que el Winchester ya traza una curva a todas luces intolerable. Reflexionando un instante, es justo reconocer que estamos llevando a nuestro pequeño protagonista a terrenos cenagosos, distintos y opuestos a la motivación que lo creó. Penetración y peso se alejan de los requerimientos necesarios para cobrar con soltura absoluta una urraca de 200 gramos o un zorro de siete kilos. Por ello, sobre caza mayor, velocidad y precisión van a ser las únicas bazas con las que cuenta para suplir, en cierto modo, unas dimensiones tan críticas. Pero, bueno, sobre caza mayor y distancias de uso, seguiremos hablando más adelante. Volvamos de nuevo al camino.

El antecesor espiritual del .17 HMR es el
5 mm Remington Rimfire Magnum. Imagen de un catálogo original de Remington de finales de principios de los ochenta donde aparece aún en producción.

Otros diecisiete

Tanta velocidad conseguía que su comportamiento sobre piezas pequeñas fuese explosivo, con una desintegración habitual del desdichado tocado por él. Eso, que puede parecer que no es un problema, para quienes gustan de aprovechar la carne se convertía en un serio inconveniente al utilizarlo. Por ello, se diseñan a continuación dos cartuchos más: en el 2003, el .17 Aguila, a partir de la vaina del .22 LR y, un año más tarde, el .17 Hornady Mach 2, agolletando esta vez la vaina extra-larga del .22 Stinger, pudiendo dispararse Aguila en Mach 2, nunca al revés. Con ello, ambos reducen la velocidad del HMR con un comportamiento terminal más conservador. Compiten directamente con el .22 LR, al que mejoran la trayectoria, pudiendo ser recamarados en acciones de igual longitud.

Pero la fiebre del diecisiete no acaba ahí. Ya en fuego central, Remington echa mano de su .221 Remington Fireball para crear al nuevo .17 Remington Fireball, potente, pero más contenido que su original diecisiete. Se desempolva, de la mano también de Hornady, al .17 Hornet y, recientemente, en el 2013, entra en escena el más potente de todos ellos, el .17 Winchester Super Magnum, el cartucho de fuego anular más potente jamás fabricado. Mueve una punta de 20 grains a 914 m/s, casi 200 m/s más rápido que el HMR. Imagínese su potencial, prestaciones rabiosas de Varmint de fuego central en un auténtico Rimfire. Continuará.




10 Tips Para Mejorar Tu Puntería

Artículo dirigido a quienes no practican tiro o se acaban de iniciar informalmente en esta disciplina deportiva, especialmente en arma larga. Por Carlos H. Nesci para Revista Aire Libre

Fuente: revista-airelibre.com

Para obtener buenos resultados se torna necesario repetir las acciones consistentemente. Parándonos bien, equilibrando el cuerpo adecuadamente, ejerciendo la misma presión sobre las partes de nuestra anatomía que entrarán en contacto con el arma y no desentendiéndonos mentalmente del disparo hasta mucho después que este se haya ejecutado. Para que un disparo sea exitoso se requiere de estos aspectos sumados a otros 2 muy importantes, un arma y elementos de puntería (sistemas abiertos u ópticos) precisos.

Un sistema de puntería sirve para orientar y ubicar el arma en el lugar donde queremos impactar. Como todo sistema de registro será tan bueno como su capacidad de mantenerse inalterable a pesar de los bruscos movimientos que los disparos provocan.

El sistema de puntería debe ser tan confiable como el arma misma. Aunque suene exagerado, la verdad es que son los ojos del arma.

Resumiendo, el secreto de un disparo acertado está en: sostener el arma de forma estable, mantener las miras alineadas y controlar el gatillo o cola del disparador. Para que estos 3 requisitos se cumplimenten satisfactoriamente deberemos actuar sobre otros componentes y acciones de la biomecánica del disparo. Hasta aquí la teoría vayamos ahora a la práctica…

El arma

Debemos asegurarnos que este descargada y tomaremos todos los recaudos de seguridad necesarios para cargarla, cosa que haremos sólo cuando estemos en zona de tiro y frente al blanco. La tomaremos siempre igual y una vez que nos sintamos cómodos con ella, trataremos de registrar mentalmente esa posición para poder repetirla consistentemente. Tendremos que ver cuál es esa posición en función del peso y la forma del arma y las características de nuestro cuerpo: altura, longitud de brazos, tamaño de manos etc.

Una buena posición nos brindará comodidad para sostener el arma a la vez que permitirá su repetición sin mayor esfuerzo. Recordemos que la precisión es hija de la consistencia y esta se logra repitiendo las acciones sin modificar las variables. El arma hará contacto con nuestras manos, mejilla y hombro.

Las manos

Tendrán que ejercer siempre la misma presión y esta no deberá ser excesiva. La mano de apoyo deberá ubicarse en el lugar que nos resulte más cómodo de la chimaza. Ese lugar debería estar en algún punto ubicado desde la mitad hacia delante. El apoyo estará dado por la palma desde la zona de unión entre el índice y el pulgar.  A su vez la mano que dispara debe rodear la empuñadura y permitir que la falange distal de su dedo índice toque el gatillo, evitando, en lo posible, que ese dedo haga contacto con la culata.

La posición a adoptar debe ser estable, cómoda y relajada.

El dedo índice, idealmente, sólo debería tocar al gatillo y ejercer con la punta o falange distal un movimiento suave y constante de presión en línea recta, la misma del cañón del arma. Si la presión ejercida sobre el gatillo es lateral ya estaremos modificando la trayectoria del disparo. El dedo va al gatillo sólo cuando ya hemos apuntado y estemos iniciando la fase de respiración previa al disparo.

La mano que dispara debe tomar la empuñadura sin generar presión excesiva y liberando el dedo índice para que el mismo se focalice en el disparo.
El dedo índice solo deberá tocar el gatillo con la falange distal, haciendo presión suavemente en línea recta, en la línea del cañon

La cabeza

Debe estar naturalmente erguida, evitando inclinaciones para impedir tanto el desequilibrio del cuerpo, alteraciones en los puntos de contacto con el arma y las presiones que en ellos ejercemos, como distorsiones visuales –errores de paralaje si el sistema de puntería es óptico–.

En esa posición la cabeza espera el contacto del arma con el hombro y cuando esta hace contacto la mejilla queda emplazada naturalmente en la culata.

La cabeza debe estar lo más erguida posible y hacer solo un ligero movimiento descendente para que la mejilla contacte a la culata

El hombro

La culata va al hombro, justo al “hueco” o bolsillo que se forma entre el pectoral y el deltoides. Mientras levantamos el arma nuestros ojos deberían mirar hacia la línea del blanco. Al llegar la culata a la altura del hombro y sin perder el paralelismo de nuestros ojos respecto del piso, la acomodamos  en el hueco del hombro y hacemos contacto con nuestra mejilla que debería ubicarse entre el hueso del pómulo (malar o cigomático) y la culata.

La culata hace contacto con el hombro en el hueco que forma la unión del pectoral y el deltoides
La presión con el hombro puede ser mayor o menor, pero debemos intentar por todos los medios que sea siempre la misma. Hombro y mejilla juegan en dupla.

La mejilla

Debe ejercer siempre la misma suave presión, para que a la vez nuestro ojo esté ubicado –también– siempre en el mismo lugar de la culata. Al hacerlo, nuestra mejilla formará un pliegue facial que quedará entre el hueso y la culata. Tratemos de que tenga siempre el mismo espesor.

La mejilla debe ejercer siempre la misma suave presión generando un pliegue facial mayor o menor según la morfología de nuestro rostro.

Se debe intentar consistencia tanto en el lugar donde “anclamos” nuestra mejilla como en la presión que ejercemos. Esta no debe ser excesiva ya que podríamos generar una distorsión ocular al momento de ejecutar el disparo.

Los pies

Son grandes protagonistas en la alineación y equilibrio de la posición. El que corresponde al brazo que sostiene debe estar adelantado y el otro retrasado tal como se ilustra en la foto. Lo importante es que ambos (que deberían tener entre sí una distancia similar al ancho de nuestros hombros ) estén dispuestos de tal forma que nos permitan sostener el arma de forma estable y relajada.

La posición natural para apuntar -una vez que sabemos lo que hay que hacer- se logra cerrando los ojos en dirección al blanco. Pero seguramente no quedaremos totalmente alineados con él.

Una vez parados de esta forma, tomamos el arma, encaramos mirando al blanco, dejando que la culata alcance nuestro hombro y la mejilla encuentre su lugar e anclaje.

Para corregirla no giraremos el torso – lo cual provocaría tensiones musculares – sino, simplemente los pies.

Seguramente sentiremos que está todo bien pero, es muy probable que el blanco nos quede desplazado hacia alguno de los laterales, entonces giraremos para ubicarlo pero… resulta fundamental, para no atentar contra la precisión del tiro, girar los pies ligera y progresivamente – hasta quedar bien alineados – y no hacerlo desde la cintura. Si el tiro es a un blanco estático, lo único que moveremos de nuestro cuerpo – para alinearnos con él – son los pies!

Resulta fundamental hacer el ajuste fino
en la alineación hacia el blanco solo con los pies.
El movimiento será muy sutil y mantendremos
“la posición natural a apuntar”.

La respiración

Conviene inspirar profundamente y espirar antes de encarar el arma y una vez que lo hacemos repetir el ciclo pero sin espirar totalmente, manteniendo gran parte del aire en nuestros pulmones. Mientras retenemos la respiración para atenuar el movimiento de nuestro cuerpo, procederemos con las demás acciones que completarán el disparo. Si no fuera posible producir el disparo dentro de los primeros 15 segundos de pausa respiratoria – porque no logramos sostener la mira en el blanco o por algún otro impedimento –  suspenderemos la acción, nos relajaremos y reiniciaremos nuevamente el ciclo. Respiramos profundamente, encaramos, exhalamos el 50% del aire de los pulmones, retenemos el resto y continuamos con las demás acciones del disparo.

El disparo

Estamos relajados con la posición ideal adquirida, estables y perfectamente alineados con el blanco, ahora solo resta, nada más y nada menos, que apretar el gatillo. Bien, este es el momento crucial en que todo lo bueno que hemos logrado hasta el momento se puede arruinar por un movimiento involuntario, generado por el stress del disparo o por una mala técnica en la ejecución de la acción.

Resulta fundamental conocer el recorrido del disparador y saber en que momento alcanzamos la última resistencia. Debemos entrenar el dedo para que perciba claramente el arribo a ese punto.

En el momento previo al disparo debemos estar dentro del blanco, mientras comenzamos a ejercer ligera presión en el gatillo. Es muy importante conocer su recorrido, su juego o zona libre y la resistencia que ofrece hasta liberarse. Resulta beneficioso hacer disparos, en los calibres mayores se ofrecen unas balas plásticas o  dummy para hacer dry-firing  en cal.22 ó aire comprimido no tenemos esa opción, al blanco sentados y con apoyo para desentendernos de los otros aspectos de la posición de pie y poder concentrarnos  exclusivamente en el recorrido y la resistencia de la cola del disparador.

Lo ideal es llegar a emplazar nuestra mira en el blanco teniendo que superar sólo la última resistencia del gatillo. Recordemos que nuestra falange distal de la mano que dispara es nuestro único contacto con él y a la vez ese dedo sólo está en contacto con el gatillo. Bien, estamos en la zona del blanco donde queremos impactar, nuestra mira a pesar de los esfuerzos por mantenerla estable oscila ligeramente alrededor del 9 y 10 del blanco. Mientras la sostenemos en zona ya alcanzamos el punto máximo de resistencia del disparador, mágicamente la mira se aquietó y posó cerca del diez y el disparo se produjo.

Resultado, un diez bajo que pudimos cantar antes de verlo porque nuestra concentración era tal que sabíamos donde estaba ubicada la cruz o el guión de la mira en el mismo momento en que se produjo el disparo. Experimentamos así la mágica sensación de sentirnos proyectados en el disparo. El tirador deportivo debido a la práctica constante logra mecanizar, integrar y a la vez descomponer estas acciones dentro del breve tiempo que va de la preparación a la ejecución del disparo.

En él se crea un pasadizo neurológico que le permite disparar cuando tiene ante si la imagen perfecta, es decir cuando se produce la alineación de miras en el lugar deseado y casi sin movimiento aparente. Muchas veces es como si no tuviera conciencia de la ejecución manual del disparo y sintiera que el mismo ha sido ejecutado por su cerebro.

El Blanco

Si practicamos tiro informal en nuestra casa debemos tomar todos los recaudos para hacerlo en forma segura. Resulta indispensable contar con una trampa para balines. También y a los fines de concentrarnos adecuadamente es conveniente contemplar el blanco por unos instantes (10 a 15 segundos) antes de comenzar con la práctica.

Debe estar emplazado en zona segura y bien iluminado. Si disparamos con calibre .22 lo haremos en el polígono de un club de tiro observando todas las medidas de seguridad correspondientes.

Si lo hacemos con aire comprimido, adquiramos una trampa para balines y practiquemos en zona muy segura pensando que algún balín puede escapar a los límites de la trampa por lo cual resulta aconsejable agregar detrás un par de recortes de goma EVA que ayudarán a ampliar la zona de contención.

Sugiero también dedicarle un par de minutos a la contemplación del blanco previo a la sesión de tiro. Lo recomiendo como técnica de concentración y puesta en sintonía con nuestro propósito de acertar.

El seguimiento

Efectuado el disparo no debemos movernos y continuar en la misma posición por 2 o 3 segundos. Esto evitará cualquier movimiento involuntario producto de nuestra ansiedad por ver el resultado.

Es el bendito “follow through” de todos los deportes en los que proyectamos algún elemento y debemos terminar perfecta y fluidamente el movimiento o la ausencia de movimiento – como en este caso.

La intención es disparar y quedarse inmóvil en esa posición, mirando el blanco por un par de segundos para impedir que nuestra ansiedad por ver el resultado obtenido, genere algún movimiento no deseado cuando todavía podemos influir sobre la trayectoria del proyectil.

Según la disciplina y/o tipo de arma esto puede ser más o menos crítico.

Recapitulando la secuencia del disparo

  1. Nos paramos frente al blanco con la posición de pies indicada.
  2. Respiramos profundo y exhalamos totalmente.
  3. Volvemos a respirar profundo y retenemos totalmente el aire.
  4. Levantamos el arma y encaramos.
  5. Apoyamos el arma en el hombro, llevamos nuestra mejilla a la culata.
  6. Exhalamos la mitad del aire y ajustamos con los pies la alineación al blanco, si fuese necesario.
  7. Mantenemos la respiración y hacemos presión en el gatillo hasta llegar a la máxima resistencia.
  8. Esperamos a que las miras se posen en el lugar deseado y el gatillo libere el disparo.
  9. Producido el impacto nos quedamos inmóviles en esa posición mirando el blanco, para dar una idea de tiempo… con que contemos hasta 3, después de haber tirado, es suficiente.

IMPORTANTE:  si entre los puntos 6 y 8 demoramos más de 15 segundos y sentimos que no podremos mantener el arma estable, debemos exhalar totalmente, bajar el arma, relajarnos, inspirar profundamente reteniendo el aire y repetir el ciclo desde el punto 6.

Comentarios Finales

Lograr incorporar el presente conjunto de sugerencias a la práctica de esta actividad requiere un mínimo de ejercitación para que estas acciones se vayan mecanizando pero, aunque el tiro no sea una disciplina que realicen con frecuencia, conviene siempre conocer los fundamentos que permiten hacerlo con razonable idoneidad.

Adicionalmente, estos consejos pueden utilizarse en fotografía para evitar las fotos movidas cuando las tomamos a baja velocidad.

Confiamos en que la información les resulte de interés y contestaremos cualquier consulta vinculada con su contenido a través de este blog.

Muchas Gracias