10 Tips Para Mejorar Tu Puntería

Artículo dirigido a quienes no practican tiro o se acaban de iniciar informalmente en esta disciplina deportiva, especialmente en arma larga. Por Carlos H. Nesci para Revista Aire Libre

Fuente: revista-airelibre.com

Para obtener buenos resultados se torna necesario repetir las acciones consistentemente. Parándonos bien, equilibrando el cuerpo adecuadamente, ejerciendo la misma presión sobre las partes de nuestra anatomía que entrarán en contacto con el arma y no desentendiéndonos mentalmente del disparo hasta mucho después que este se haya ejecutado. Para que un disparo sea exitoso se requiere de estos aspectos sumados a otros 2 muy importantes, un arma y elementos de puntería (sistemas abiertos u ópticos) precisos.

Un sistema de puntería sirve para orientar y ubicar el arma en el lugar donde queremos impactar. Como todo sistema de registro será tan bueno como su capacidad de mantenerse inalterable a pesar de los bruscos movimientos que los disparos provocan.

El sistema de puntería debe ser tan confiable como el arma misma. Aunque suene exagerado, la verdad es que son los ojos del arma.

Resumiendo, el secreto de un disparo acertado está en: sostener el arma de forma estable, mantener las miras alineadas y controlar el gatillo o cola del disparador. Para que estos 3 requisitos se cumplimenten satisfactoriamente deberemos actuar sobre otros componentes y acciones de la biomecánica del disparo. Hasta aquí la teoría vayamos ahora a la práctica…

El arma

Debemos asegurarnos que este descargada y tomaremos todos los recaudos de seguridad necesarios para cargarla, cosa que haremos sólo cuando estemos en zona de tiro y frente al blanco. La tomaremos siempre igual y una vez que nos sintamos cómodos con ella, trataremos de registrar mentalmente esa posición para poder repetirla consistentemente. Tendremos que ver cuál es esa posición en función del peso y la forma del arma y las características de nuestro cuerpo: altura, longitud de brazos, tamaño de manos etc.

Una buena posición nos brindará comodidad para sostener el arma a la vez que permitirá su repetición sin mayor esfuerzo. Recordemos que la precisión es hija de la consistencia y esta se logra repitiendo las acciones sin modificar las variables. El arma hará contacto con nuestras manos, mejilla y hombro.

Las manos

Tendrán que ejercer siempre la misma presión y esta no deberá ser excesiva. La mano de apoyo deberá ubicarse en el lugar que nos resulte más cómodo de la chimaza. Ese lugar debería estar en algún punto ubicado desde la mitad hacia delante. El apoyo estará dado por la palma desde la zona de unión entre el índice y el pulgar.  A su vez la mano que dispara debe rodear la empuñadura y permitir que la falange distal de su dedo índice toque el gatillo, evitando, en lo posible, que ese dedo haga contacto con la culata.

La posición a adoptar debe ser estable, cómoda y relajada.

El dedo índice, idealmente, sólo debería tocar al gatillo y ejercer con la punta o falange distal un movimiento suave y constante de presión en línea recta, la misma del cañón del arma. Si la presión ejercida sobre el gatillo es lateral ya estaremos modificando la trayectoria del disparo. El dedo va al gatillo sólo cuando ya hemos apuntado y estemos iniciando la fase de respiración previa al disparo.

La mano que dispara debe tomar la empuñadura sin generar presión excesiva y liberando el dedo índice para que el mismo se focalice en el disparo.
El dedo índice solo deberá tocar el gatillo con la falange distal, haciendo presión suavemente en línea recta, en la línea del cañon

La cabeza

Debe estar naturalmente erguida, evitando inclinaciones para impedir tanto el desequilibrio del cuerpo, alteraciones en los puntos de contacto con el arma y las presiones que en ellos ejercemos, como distorsiones visuales –errores de paralaje si el sistema de puntería es óptico–.

En esa posición la cabeza espera el contacto del arma con el hombro y cuando esta hace contacto la mejilla queda emplazada naturalmente en la culata.

La cabeza debe estar lo más erguida posible y hacer solo un ligero movimiento descendente para que la mejilla contacte a la culata

El hombro

La culata va al hombro, justo al “hueco” o bolsillo que se forma entre el pectoral y el deltoides. Mientras levantamos el arma nuestros ojos deberían mirar hacia la línea del blanco. Al llegar la culata a la altura del hombro y sin perder el paralelismo de nuestros ojos respecto del piso, la acomodamos  en el hueco del hombro y hacemos contacto con nuestra mejilla que debería ubicarse entre el hueso del pómulo (malar o cigomático) y la culata.

La culata hace contacto con el hombro en el hueco que forma la unión del pectoral y el deltoides
La presión con el hombro puede ser mayor o menor, pero debemos intentar por todos los medios que sea siempre la misma. Hombro y mejilla juegan en dupla.

La mejilla

Debe ejercer siempre la misma suave presión, para que a la vez nuestro ojo esté ubicado –también– siempre en el mismo lugar de la culata. Al hacerlo, nuestra mejilla formará un pliegue facial que quedará entre el hueso y la culata. Tratemos de que tenga siempre el mismo espesor.

La mejilla debe ejercer siempre la misma suave presión generando un pliegue facial mayor o menor según la morfología de nuestro rostro.

Se debe intentar consistencia tanto en el lugar donde “anclamos” nuestra mejilla como en la presión que ejercemos. Esta no debe ser excesiva ya que podríamos generar una distorsión ocular al momento de ejecutar el disparo.

Los pies

Son grandes protagonistas en la alineación y equilibrio de la posición. El que corresponde al brazo que sostiene debe estar adelantado y el otro retrasado tal como se ilustra en la foto. Lo importante es que ambos (que deberían tener entre sí una distancia similar al ancho de nuestros hombros ) estén dispuestos de tal forma que nos permitan sostener el arma de forma estable y relajada.

La posición natural para apuntar -una vez que sabemos lo que hay que hacer- se logra cerrando los ojos en dirección al blanco. Pero seguramente no quedaremos totalmente alineados con él.

Una vez parados de esta forma, tomamos el arma, encaramos mirando al blanco, dejando que la culata alcance nuestro hombro y la mejilla encuentre su lugar e anclaje.

Para corregirla no giraremos el torso – lo cual provocaría tensiones musculares – sino, simplemente los pies.

Seguramente sentiremos que está todo bien pero, es muy probable que el blanco nos quede desplazado hacia alguno de los laterales, entonces giraremos para ubicarlo pero… resulta fundamental, para no atentar contra la precisión del tiro, girar los pies ligera y progresivamente – hasta quedar bien alineados – y no hacerlo desde la cintura. Si el tiro es a un blanco estático, lo único que moveremos de nuestro cuerpo – para alinearnos con él – son los pies!

Resulta fundamental hacer el ajuste fino
en la alineación hacia el blanco solo con los pies.
El movimiento será muy sutil y mantendremos
“la posición natural a apuntar”.

La respiración

Conviene inspirar profundamente y espirar antes de encarar el arma y una vez que lo hacemos repetir el ciclo pero sin espirar totalmente, manteniendo gran parte del aire en nuestros pulmones. Mientras retenemos la respiración para atenuar el movimiento de nuestro cuerpo, procederemos con las demás acciones que completarán el disparo. Si no fuera posible producir el disparo dentro de los primeros 15 segundos de pausa respiratoria – porque no logramos sostener la mira en el blanco o por algún otro impedimento –  suspenderemos la acción, nos relajaremos y reiniciaremos nuevamente el ciclo. Respiramos profundamente, encaramos, exhalamos el 50% del aire de los pulmones, retenemos el resto y continuamos con las demás acciones del disparo.

El disparo

Estamos relajados con la posición ideal adquirida, estables y perfectamente alineados con el blanco, ahora solo resta, nada más y nada menos, que apretar el gatillo. Bien, este es el momento crucial en que todo lo bueno que hemos logrado hasta el momento se puede arruinar por un movimiento involuntario, generado por el stress del disparo o por una mala técnica en la ejecución de la acción.

Resulta fundamental conocer el recorrido del disparador y saber en que momento alcanzamos la última resistencia. Debemos entrenar el dedo para que perciba claramente el arribo a ese punto.

En el momento previo al disparo debemos estar dentro del blanco, mientras comenzamos a ejercer ligera presión en el gatillo. Es muy importante conocer su recorrido, su juego o zona libre y la resistencia que ofrece hasta liberarse. Resulta beneficioso hacer disparos, en los calibres mayores se ofrecen unas balas plásticas o  dummy para hacer dry-firing  en cal.22 ó aire comprimido no tenemos esa opción, al blanco sentados y con apoyo para desentendernos de los otros aspectos de la posición de pie y poder concentrarnos  exclusivamente en el recorrido y la resistencia de la cola del disparador.

Lo ideal es llegar a emplazar nuestra mira en el blanco teniendo que superar sólo la última resistencia del gatillo. Recordemos que nuestra falange distal de la mano que dispara es nuestro único contacto con él y a la vez ese dedo sólo está en contacto con el gatillo. Bien, estamos en la zona del blanco donde queremos impactar, nuestra mira a pesar de los esfuerzos por mantenerla estable oscila ligeramente alrededor del 9 y 10 del blanco. Mientras la sostenemos en zona ya alcanzamos el punto máximo de resistencia del disparador, mágicamente la mira se aquietó y posó cerca del diez y el disparo se produjo.

Resultado, un diez bajo que pudimos cantar antes de verlo porque nuestra concentración era tal que sabíamos donde estaba ubicada la cruz o el guión de la mira en el mismo momento en que se produjo el disparo. Experimentamos así la mágica sensación de sentirnos proyectados en el disparo. El tirador deportivo debido a la práctica constante logra mecanizar, integrar y a la vez descomponer estas acciones dentro del breve tiempo que va de la preparación a la ejecución del disparo.

En él se crea un pasadizo neurológico que le permite disparar cuando tiene ante si la imagen perfecta, es decir cuando se produce la alineación de miras en el lugar deseado y casi sin movimiento aparente. Muchas veces es como si no tuviera conciencia de la ejecución manual del disparo y sintiera que el mismo ha sido ejecutado por su cerebro.

El Blanco

Si practicamos tiro informal en nuestra casa debemos tomar todos los recaudos para hacerlo en forma segura. Resulta indispensable contar con una trampa para balines. También y a los fines de concentrarnos adecuadamente es conveniente contemplar el blanco por unos instantes (10 a 15 segundos) antes de comenzar con la práctica.

Debe estar emplazado en zona segura y bien iluminado. Si disparamos con calibre .22 lo haremos en el polígono de un club de tiro observando todas las medidas de seguridad correspondientes.

Si lo hacemos con aire comprimido, adquiramos una trampa para balines y practiquemos en zona muy segura pensando que algún balín puede escapar a los límites de la trampa por lo cual resulta aconsejable agregar detrás un par de recortes de goma EVA que ayudarán a ampliar la zona de contención.

Sugiero también dedicarle un par de minutos a la contemplación del blanco previo a la sesión de tiro. Lo recomiendo como técnica de concentración y puesta en sintonía con nuestro propósito de acertar.

El seguimiento

Efectuado el disparo no debemos movernos y continuar en la misma posición por 2 o 3 segundos. Esto evitará cualquier movimiento involuntario producto de nuestra ansiedad por ver el resultado.

Es el bendito “follow through” de todos los deportes en los que proyectamos algún elemento y debemos terminar perfecta y fluidamente el movimiento o la ausencia de movimiento – como en este caso.

La intención es disparar y quedarse inmóvil en esa posición, mirando el blanco por un par de segundos para impedir que nuestra ansiedad por ver el resultado obtenido, genere algún movimiento no deseado cuando todavía podemos influir sobre la trayectoria del proyectil.

Según la disciplina y/o tipo de arma esto puede ser más o menos crítico.

Recapitulando la secuencia del disparo

  1. Nos paramos frente al blanco con la posición de pies indicada.
  2. Respiramos profundo y exhalamos totalmente.
  3. Volvemos a respirar profundo y retenemos totalmente el aire.
  4. Levantamos el arma y encaramos.
  5. Apoyamos el arma en el hombro, llevamos nuestra mejilla a la culata.
  6. Exhalamos la mitad del aire y ajustamos con los pies la alineación al blanco, si fuese necesario.
  7. Mantenemos la respiración y hacemos presión en el gatillo hasta llegar a la máxima resistencia.
  8. Esperamos a que las miras se posen en el lugar deseado y el gatillo libere el disparo.
  9. Producido el impacto nos quedamos inmóviles en esa posición mirando el blanco, para dar una idea de tiempo… con que contemos hasta 3, después de haber tirado, es suficiente.

IMPORTANTE:  si entre los puntos 6 y 8 demoramos más de 15 segundos y sentimos que no podremos mantener el arma estable, debemos exhalar totalmente, bajar el arma, relajarnos, inspirar profundamente reteniendo el aire y repetir el ciclo desde el punto 6.

Comentarios Finales

Lograr incorporar el presente conjunto de sugerencias a la práctica de esta actividad requiere un mínimo de ejercitación para que estas acciones se vayan mecanizando pero, aunque el tiro no sea una disciplina que realicen con frecuencia, conviene siempre conocer los fundamentos que permiten hacerlo con razonable idoneidad.

Adicionalmente, estos consejos pueden utilizarse en fotografía para evitar las fotos movidas cuando las tomamos a baja velocidad.

Confiamos en que la información les resulte de interés y contestaremos cualquier consulta vinculada con su contenido a través de este blog.

Muchas Gracias